INVITANDO A VIVIR Y A CONTACTAR CON EL MISTERIO
La música siempre ha tenido importancia y relevancia en mi vida. Me cuentan mis padres que desde chiquito pedía a la señorita del jardín que pusiera ciertos casettes. Ahora bien, no vengo de familia de músicos, no fue hasta la adolescencia donde comencé a participar más activamente en una parroquia y tuve contacto por primera vez con un instrumento musical. Se despertó a partir de un concierto al que fui de Martín Valverde en el año 95 y de ahí regresé a mi casa sin tener ningún conocimiento de la música y comencé a componer canciones.
Creo que ha sido un regalo de Dios, un llamado, teniendo en cuenta mis limitaciones y miserias, pero también formando parte de un sueño que evidentemente Dios tenía preparado para mi y que trato de llevarlo a cabo.
Sobre cómo definiría mi propuesta musical. Para mí la música es un lenguaje de la evangelización. Ante todo, yo me defino como un catequista, eso es lo que soy. Y la catequesis la hago a través de la música, a través de los medios digitales, las redes sociales. También lo he hecho y lo sigo haciendo en los colegios, en la docencia, y también a través de la palabra escrita, en los libros. Es decir que forma parte de esta gran misión a la cual me siento llamado y convocado de ser evangelizador. Si me tengo que definir como músico, lo es en función de esta misión.
En cuanto a cómo colaborar entre todos como iglesia para que surja más música católica y que se busque más. Creo que el mismo pueblo de Dios, aún antes de ser nosotros el nuevo pueblo de Dios como iglesia, la Biblia está llena de canciones, porque el pueblo de Dios siempre descubrió la música como medio de expresar su fe, y también de saberse sostenido por Dios. Cada vez que el Pueblo de Dios vivió experiencias fuertes, se transformaron en canciones. Pasó el Mar Rojo y se cantó: de hecho, los primeros registros que se tienen del acontecimiento y la vivencia de las primeras comunidades cristianas son himnos. Por lo tanto la música siempre tuvo una relevancia, y también la tiene hoy. Gracias a la tecnología la música se ha difundido notablemente y hoy la podemos llevar a todos los lados. La transportabilidad de la música es una oportunidad muy grande para que la música católica desarrolle todo su potencial evangelizador. No me refiero sólo a la música litúrgica, sino a la música de la nueva evangelización, para llegar a aquellas periferias a las que nos invita el Papa, a aquellas personas que no frecuentan nuestros templos a través de la música, portando una Buena Noticia, compartiendo e invitando a vivir y a contactar el misterio, a dejarnos abrazar por Él.
Una canción: sobre todo “Hasta la locura”, es un canto que ha ayudado a muchos jóvenes a expresar su amor a Dios, a descubrir ese amor, a dar confirmación de su vocación. Me han llegado mensajes que expresan cómo esa canción les ha impactado en su vida, les ha ayudado a crecer en la fe en Jesús, en sentirse amados por Él, y expresar ese amor a través de un discernimiento vocacional, tanto al matrimonio como a la vida religiosa como me han hecho saber.
Los jóvenes son grandes consumidores y a veces acríticos con las letras. La invitación es a acompañar procesos de maduración y discernimiento. Prohibir una música es un camino fácil pero no trae buenos resultados, sobre todo con los adolescentes y jóvenes, que a veces lo prohibido es lo que más consumen. Como docente creo que la invitación es un camino más difícil, pero también es camino de libertad y de verdad, es un camino de hacerse cargo, de maduración y de responsabilidad. Podemos trabajar las canciones: ver lo primero que nos despierta, que son ciertas emociones, pero vayamos reflexionando. Hay canciones que tienen pornografía auditiva que nos invita a utilizar a la persona, por un camino del desorden de una vida que no es la que nos propone Jesús, por lo tanto, creo que la invitación es a analizar esa música y pensar si esa música me edifica y me ayuda a crecer como persona, es testimonio de lo que trato de llevar en mi vida, está acorde con los valores del Reino, me da paz y deja en paz al otro, valora a las demás personas… Obviamente que hay una influencia muy fuerte de las redes sociales, de la música y de la sociedad en torno a esta música que se consume. Es un trabajo de acompañar, de estar, y sobre todo de cultivar sujetos adultos, futuros adultos y jóvenes críticos, con capacidad de discernimiento. La clave, tanto en la música como en tantas otras opciones que el mundo nos propone es ayudar a que estas personas puedan aprender a discernir.
Respecto a canciones de otros, hay una canción de Manuel Carrasco que se llama “ No dejes de soñar” , que tiene un mensaje muy bonito: implícitamente es el mismo Jesús que me está hablando, que me invita a asumir la vida, como dice el Papa Francisco y no a balconearla, y a descubrir el sueño, el llamado que Dios tiene para que yo viva intensamente este tiempo, este Kairós que Dios me invita a vivir. Hay muchas canciones: el tema está en que uno, conociendo la propuesta del Reino que nos ofrece Jesús, podamos discernir si esa canción está en sintonía con esos valores.
En relación a artistas católicos hay muchos, pero nombrar a Martín Valverde, que en su tiempo fue un gran disparador para que yo comenzara en esta tarea y descubriera de parte de Dios este llamado. Hay muchos católicos que me inspiran, como Athenas, Axilar, el padre Cristóbal Fones, Jesús Cabello, un grandísimo cantante español y amigo que tuve oportunidad de conocer en Madrid. Hay infinidad. Lo importante es que los jóvenes y la iglesia apoyen la iniciativa de los músicos católicos porque hoy es clave en el anuncio de la nueva evangelización.
Audio de la entrevista: https://youtu.be/m08QKbkg8vA
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