ENSEÑAR A PERDONAR ¿SE PUEDE? – Pablo Romero

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Pablo Romero

p.romero@uptoyoueducacion.com

 

La Fundación UpToYou—presente en España, México, Brasil y Camerún—promueve la renovación de la educación partiendo de las emociones para el autoconocimiento y la mejora de las relaciones interpersonales. El punto de partida de esta renovación es el curso para educadores.

Un joven se ha enfadado con sus amigos por unos comentarios que han hecho sobre él en redes sociales. Decide hablar con ellos para que no sigan con el tema, pero ellos se ríen de él y continúan. Durante días el chico va acumulando rabia y malestar. Los padres notan esa tensión acumulada y por fin le preguntan qué le pasa. Entonces él les cuenta todo lo pasado, y termina diciéndoles: «Les odio con todas mis fuerzas. No pienso perdonarles en la vida».

Los padres y educadores ante conflictos como el que vive este joven pueden dar soluciones rápidas, buscando devolver la paz a la persona azorada, diciendo: «tienes más amigos, olvídalos, no te merecen» o «debes perdonarles, olvídate de lo que han hecho y vuelve con ellos». En ninguno de los dos casos estamos contribuyendo al crecimiento personal ni a la construcción de sanas relaciones. En el primero el perdón se iguala con romper la relación y en el segundo con olvidar lo sucedido.

«La forma usual de entender el perdón en muchos programas emocionales es muy superficial y deja las grandes preguntas sin responder. De forma usual, se propone que perdonar es paliar los efectos psicológicos que despierta en uno mismo una experiencia desagradable, o bien se entiende que perdonar es el control comportamental necesario para que esa experiencia subjetiva no entorpezca la vida ordinaria o incluso pueda servir para mejorar en otros aspectos con el argumento de que siempre se aprenden cosas. Esa aproximación es muy superficial ya que al final la persona en su interioridad se siente desatendida». Así lo afirma el P. José Víctor Orón SchP en su libro de vocabulario emocional Conoce lo que sientes (p. 360).

Los padres y educadores que ven más allá de conseguir devolverle a este joven su equilibrio emocional/psicológico, saben que tienen ante ellos una oportunidad para el autoconocimiento personal y el crecimiento en las relaciones. En palabras del P. Orón diríamos «atender a su interioridad». Este cambio de orientación en el trato con su hijo comienza cuando se preguntan cómo ayudar a su hijo; no cómo hacer que se reconcilie con sus amigos, pues esta es una decisión personal, sino en cómo ayudarle a crecer. La pregunta crucial para los educadores y padres es ¿cómo puedo ayudar a mi hijo a conocer su interioridad y tomar una decisión que le ayude a crecer? Si tiene que perdonar o no, y cuándo, serán las decisiones que él tendrá que tomar, en esta ocasión y en otras muchas. En UpToYou creemos que si atendemos a la interioridad de la persona estaremos haciendo posible plantearse la reconciliación como forma de crecimiento.

Si atendemos a la interioridad de la persona estaremos haciendo posible plantearse la reconciliación como forma de crecimiento

Volviendo a la escena inicial, para acompañar a ese joven que no quiere perdonar a los que le han ofendido, lo primero que proponemos es acoger la realidad sin juzgarla. Por tanto, en un primer momento, propondremos a los padres comenzar un verdadero diálogo con su hijo (dialogar no equivale a hablarle para decirle lo que tiene que hacer). Una entrevista-coloquio en el que pueden irse planteando más preguntas: ¿qué ha pasado?, ¿por qué es tan grave?, ¿qué esperabas que hubiera pasado?, ¿cómo se sentirían ellos si les hubiera pasado lo mismo?, ¿has participado en algo similar haciéndoselo a otro?, ¿crees que erais verdaderos amigos?, ¿cómo entienden ellos la amistad?, ¿por qué crees que sientes ese odio?, ¿qué otros sentimientos te surgen junto con el odio?, ¿cuál es tu historia de amistad con esos compañeros que ahora te ofenden?, ¿qué vivencias gratas has vivido con ellos?, ¿qué pueden estar viviendo para tener que hacer esto?, ¿tú eres como ellos dicen?, ¿ellos son lo que tú piensas ahora de ellos?, ¿cómo se puede hacer crecer una relación? Etc.

En este diálogo, el joven puede comenzar a adentrarse en su interior y así ir descubriendo su complejidad personal. Cuando la persona se abre a esta complejidad y se atreve a adentrarse en ella, comienzan a aparecer aspectos sorprendentes que brillan. En UpToYou los llamamos «rastros de humanidad». El joven está dolido porque él entendía la amistad de una manera y los amigos de otra. Él esperaba una cosa y ha obtenido una diferente y está frustrado. Él había depositado una confianza grande en una relación que consideraba valiosa y no ha sido correspondido. Se siente usado. El odio es razonable porque es razonable esperar comprensión y confianza de los amigos.

Este joven puede descubrir aspectos de sí mismo y de su historia personal detrás de esa experiencia dolorosa: puede descubrir que no es indiferente a lo que pasa a su alrededor, que es sensible a los demás, que sus amigos son más que esto que han hecho ahora y que en el pasado, tal vez, le han ayudado y ahora ellos también pueden estar confundidos y actúan de ese modo sin valorar las consecuencias. También puede descubrir cómo sus padres se han acercado a él, que es importante para ellos.

Estos «rastros de humanidad» son la plataforma que proponemos para una toma de decisiones centrada en la mejora de las relaciones interpersonales. Por eso la pregunta de partida no será «¿Qué tengo que hacer?», sino «¿Quién quiero ser en relación con los demás?».

Y desde aquí se pueden ir abriendo nuevas preguntas: ¿Cómo usar esta realidad para encontrarnos?, ¿Qué puedo hacer para «usar» esta situación para crecer en el encuentro con mis amigos y con mis padres? ¿Tal vez esto que me ha pasado puede ayudarme a vivir más sensible al dolor de los demás?

Cuando la reconciliación nace tras un proceso interior, se descubre que perdonar y agradecer no son dinámicas distintas, sino que son la misma realidad que se da en contextos distintos. Las dos consisten en reconocer que el otro es «más» que su presencia y sus comportamientos. Lo que cambia es el contexto, pues el agradecimiento se da en un contexto agradable y el perdón en un contexto desagradable. Pero en los dos casos ocurre lo mismo: tratando al otro como persona, uno mismo se puede comenzar a vivir como persona. El camino del perdón no es fácil. Y para un acompañamiento profundo al joven, el educador tiene que estar en camino y comprender lo complejo de este camino.

«Descubrir la complejidad de este proceso hace que nadie pueda ser empujado a perdonar y que haya que amarle y esperar a que viva sus propios procesos. Si bien, educativamente hablando, no se le rebaja la tensión de que para dejar de ser el agredido necesita que el otro deje de ser el agresor, tampoco se le urge a que eso se dé. Es decir, comprender que el agredido no perdone porque hay mucho dolor en su interior no justifica que no perdone. Pero es que a los demás no nos toca ni justificar ni condenar, sino acompañar y querer como otros nos acompañan a nosotros» (Cf. Conoce lo que sientes, p. 362).

Decíamos que cuando se hace este camino interior de perdón, se descubre con asombro cómo la reconciliación nos conduce hacia el mismo lugar: el agradecimiento. En el asombro de descubrir al otro como persona, el perdón y el agradecimiento se unen. Y por eso se da la paradoja de que la reconciliación termina en el agradecimiento: «Gracias porque, aunque me hiciste daño, me has ayudado a descubrir que yo siempre soy más, que soy persona».

En el asombro de descubrir al otro como persona, el perdón y el agradecimiento se unen.