Creo en el “MILAGRO” de una mujer atenta a las necesidades
de una pareja que inicia su proyecto de amor en Caná de Galilea,
como el atractivo para vivir en plenitud.
Creo que muchas cosas comenzaron a cambiar.
Empezó a cambiar la idea de compromiso – unión entre un hombre y una mujer,
el sentido de ser bendecidos por Dios, la alegría de celebrar el sacramento del matrimonio,
la responsabilidad de proyectar la vida desde el amor de Dios.
Es verdad que el Hijo revitaliza y entusiasma el corazón de los presentes,
pero es la Madre quien se adelanta como intercesora, como mujer de fe,
y actúa de manera solícita, delicada y obediente: “No tienen vino”, “Haced lo que el os diga”.
CONTAGIEMOS optimismo a las parejas de jóvenes que inician su vida en común,
para que sean en la sociedad y en la iglesia expresión de diálogo, respeto y comprensión.