Creo en el “MILAGRO” de la noche de Belén,
como una luz en medio de la oscuridad.
Creo que muchas cosas empezaron a cambiar:
Empezó a cambiar Dios al hacerse hombre, el lugar de la manifestación,
los destinatarios, y el estudio de la astrología porque una estrella se había hecho dueña y centro del universo.
María, con su alumbramiento, desplaza a Dios todopoderoso del centro del mundo y,
en su lugar, coloca al Todocariñoso. Desde entonces el ser humano puede buscar
a Dios en su ternura, bondad y amor, como el compañero de viaje, que recorre a su lado el camino de la historia.
OFREZCAMOS calor y ternura a los jóvenes de nuestras familias para que sueñen
y trabajen por otra sociedad, otra iglesia, otro mundo distinto a lo que han heredado,
donde se sientan protagonistas y no meros espectadores… porque es posible.