Ya estas breves ideas deberían hacernos pensar sobre nuestra cultura, nuestra realidad global, nuestro modo de plantearnos la educación, nuestras opciones… Y, por supuesto, sobre nuestra realidad social, en la que esta expresión de ve reflejada de forma muy clara. Rechazar la negatividad de lo distinto queda profundamente ejemplificado en la postura de quienes se niegan a admitir a los emigrantes, porque los consideran amenaza, porque rompen nuestra seguridad, nos desestructuran… Pero ese rechazo, dice el filósofo, desarrolla rasgos autodestructivos. ¡Qué cierto! Es la autodestrucción de quien sólo se mira a sí mismo, cual Narciso adolescente, y rechaza todo lo diferente por feo, porque “no me gusta”, porque no lo quiero, porque me da miedo… Cuando hagamos del “me gusta” el criterio más sólido para hacer cualquier opción, estamos perdidos: estamos conduciéndonos a la autodestrucción. También aquí las palabras de Jesús son sumamente claras: “Quien guarde su vida para sí la pierde…”.