Iñaki Otano
Domingo 17 del tiempo ordinario (A)
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El Reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?”.
Ellos le contestaron: “Sí”. Él les dijo: “Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo”. (Mt 13, 44-52)
Reflexión:
Las parábolas del tesoro encontrado y de la de la perla de gran valor, por los que vale la pena venderlo todo, pueden convertirse en preguntas a cada uno de nosotros en este momento de nuestra existencia: ¿cuál es tu ideal de vida? ¿Cuál es para ti esa piedra preciosa por la que vale la pena venderlo todo? ¿Qué es más importante para ti: la riqueza, el tener de todo o valores como la justicia, la honradez, el amor a los demás, el servicio, la confianza en un Dios bueno, etc.?
Hablando de la juventud norteamericana, un sociólogo decía: “Nuestros jóvenes tienen todo lo que puede tener un joven hoy, menos una sola cosa; pero resulta que esta única cosa es la esencial”.
Es posible que con la actual crisis, que hace cuestionarse muchas cosas, no tengan tanta vigencia como en los años de fiebre consumista pero sigan haciendo reflexionar las palabras del filósofo agnóstico francés Luc Ferry, nacido en 1951: “Cuantos más valores espirituales, morales y culturales tengamos en la cabeza, menos necesitaremos meter a los hijos en la parte de atrás del coche el sábado por la tarde para ir a comprar inutilidades al centro comercial de la esquina”.
Sin pretender crearnos complejos de culpa, pero con un sano sentido crítico para con nosotros mismos y para con la sociedad, quizá tendríamos que revisar qué hemos ofrecido y qué ofrecemos hoy a nuestra juventud. ¿Les transmitimos una sentido de la existencia, una razón para vivir que lleve a estar dispuesto a sacrificar algo por un ideal de vida?.
Nos quejamos a veces del influjo negativo que ejerce la Televisión pero hay programas y noticias que pueden prestarse a dialogar, a expresar nuestra solidaridad con los que sufren. En la misma línea, se pueden tomar decisiones en familia que muestran que nos importan los otros, que nuestra perla preciosa, nuestro tesoro no está en acumular más sino que nos pide desprendernos. El que encuentra el tesoro en el campo y el comerciante en perlas finas se desprenden de lo que tienen para adquirir ese tesoro.
Para el creyente su tesoro es Jesús y los valores de su reino: amor, verdad, paz, justicia. Por todo ello vale la pena luchar y desprenderse de lo que impide alcanzarlos.