Participando en el sínodo desde su responsabilidad de la Delegación de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal, D. Carlos Escribano nos aporta unas reflexiones valiosas que orientan el aterrizaje de este importante evento en nuestras comunidades y equipos de trabajo entre y con jóvenes.
¿Cómo ha vivido ese tiempo de la reunión sinodal? ¿Qué se puede destacar del ambiente, el diálogo…?
Creo que ha sido un encuentro muy gozoso. Por designación de mis hermanos obispos de la Conferencia Episcopal Española he tenido la oportunidad de participar en él como padre sinodal. Debo reconocer que, personalmente, lo he vivido como un acontecimiento de gracia, en el que se puede percibir la universalidad de la Iglesia, pues en él participan obispos del todo el mundo que comparten con naturalidad la vida de sus iglesias particulares y, de modo especial, la situación en la que se encuentran los jóvenes en aquellos lugares.
Un grupo nutrido de jóvenes, cerca de cuarenta, venido de muchos países del mundo formaban parte del grupo de auditores y expertos que participaban con normalidad de los trabajos del sínodo. Era mi primera participación en una asamblea sinodal, pero, por lo que relataban otros padres sinodales más expertos, la presencia de los jóvenes aportó frescura y vitalidad a nuestro encuentro. Ellos participaban con soltura y responsabilidad tanto en el aula general como en los círculos menores (grupos de trabajo por idiomas en los que se profundiza en los aspectos que se van tratando en las reuniones generales), intervenían y escuchaban aportando relatos llenos de testimonio y frescura. Tanto por parte de los padres sinodales como por parte de los jóvenes, los relatos más conmovedores son los que explicaron la realidad de los jóvenes en las Iglesias perseguidas. Mensajes llenos de fortaleza y de autenticidad evangélica. La presencia habitual del papa Francisco entre nosotros, cercana y prestando mucha atención a todas las intervenciones, me ayudó a vivir con más intensidad la comunión eclesial.
¿Cuáles son los desafíos más importantes que el sínodo plantea a las Iglesias locales?
Los desafíos que se plantean en el sínodo vienen recogidos en el Documento Final (DF) que le fue entregado al papa en la tarde del 28 de octubre, después de ser aprobado por los padres sinodales y a la espera de la Exhortación Apostólica postsinodal del Santo Padre.
El contenido del documento es muy rico. Tiene tres partes que nos adentran en la dinámica del discernimiento siguiendo los pasos de reconocer, interpretar y elegir. El relato de los discípulos de Emaús va introduciendo cada una de las partes. Se invita a la Iglesia a caminar con los jóvenes, a escucharles para poder ayudarles a reconocer lo que están viviendo. Así, en la primera parte se contempla la realidad de la Iglesia que mira y escucha a los jóvenes. En ella se describen aspectos fundamentales como el ambiente digital, la realidad de la migración, las relaciones familiares, la vivencia de la afectividad, el problema de la vulnerabilidad que en muchas ocasiones está relacionado con la problemática laboral, la cultura juvenil o la participación de los jóvenes, entre otros. Son temas que se analizan y que se recuperan en la tercera parte del documento con la intención de hacer propuestas concretas.
La segunda parte se refiere al don de la juventud e introduce una cuestión planteada por el papa Francisco: ¿para quién soy? La respuesta marca un compromiso de vida y exige hacerlo dentro de un marco antropológico en el que la libertad juega un papel fundamental: somos libres para responder a la llamada del Señor. En ese contexto se propone el tema de la vocación como eje vertebrador de la pastoral atendiendo a todas las vocaciones que surgen en el encuentro con Cristo. Al final del texto se remarca la idea que la vocación a la santidad debe marcar la pastoral ordinaria de la Iglesia y es condición indispensable para cualquier renovación (DF 165). El tema del acompañamiento surge con gran fuerza presentando a la Iglesia que acompaña y se desarrolla el tema del acompañamiento comunitario y el personal: la Iglesia es la «casa del acompañamiento». Se describen también las cualidades del buen acompañante. Al final se recoge el tema del discernimiento espiritual y de su práctica habitual.
En la tercera parte se recogen algunas propuestas que permiten marcar algunas directrices para renovar la pastoral juvenil. Se propone una conversión pastoral asentada en la sinodalidad misionera, que lleva consigo asentarse antes en la comunidad misionera que en las estructuras, en una pastoral juvenil en clave vocacional, y en la formación integral.
¿Cómo continuar en dinámica sinodal en las diócesis y las comunidades e instituciones locales?
Uno de los retos que surgen de los trabajos de este sínodo es el empeño que hay que poner para intentar llevar a la práctica muchas de las líneas de acción que allí se subrayan. Así lo indicó el papa Francisco cuando le fue entregado después de ser aprobado. En ese sentido, el Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal viene trabajando en una programación que se va desarrollando en trienios sucesivos y que tiene tres ejes fundamentales: el primer anuncio, el acompañamiento y los itinerarios de fe. Las líneas que antes indicaba van a enriquecer nuestra tarea en la Iglesia en España y pueden servir para iluminar los trabajos que deben hacerse en las diócesis, parroquias, congregaciones, asociaciones y movimientos. El propio documento final del sínodo invita a las Conferencias Episcopales a realizar un «Directorio de Pastoral Juvenil» en clave vocacional que pueda ayudar a los jóvenes y a los responsables de esta pastoral a incorporar de manera efectiva las propuestas recogidas en el sínodo.
En este contexto propondría cuatro puntos que me parece necesario tener en cuenta a la hora de seguir trabajando en pastoral juvenil:
- La necesidad de caminar juntos: la sinodalidad.
- Una pastoral juvenil en clave vocacional. Al hablar de vocación integramos todas las dimensiones de la persona.
- Pasar de las estructuras a las relaciones.
- Desarrollar proyectos de misión.
¿Cómo han vivido y pueden seguir viviendo el sínodo los propios jóvenes?
Pues entiendo que de formas distintas. Para muchos jóvenes no habrá tenido ninguna relevancia, pues casi no habrán tenido noticia de este. Para otros muchos ha sido un momento de esperanza al ver que toda la Iglesia ponía los ojos en ellos, de la mano de Francisco, y les escuchaba y animaba a ser protagonistas de la tarea evangelizadora de la Iglesia. Me parece digna de reseñar la iniciativa del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal que en la reunión de delegados diocesanos y de responsables de pastoral juvenil, previa al inicio del sínodo, propusieron llevar adelante una cadena de oración por el sínodo en todas las diócesis de España para acompañar con la oración los trabajos que allí se estaban realizando. El propio papa les agradeció mucho esa iniciativa.
A partir de ahora animaría a los jóvenes a vivir en comunión con otros jóvenes y con su Iglesia diocesana las conclusiones del sínodo y a saberse protagonistas de la evangelización. Para ello es importante que cuiden su relación con Jesús y que abran sus manos y su corazón a los hermanos, especialmente a los más necesitados. Los jóvenes, son no solo la Iglesia del futuro, son ya la Iglesia del presente y confiamos en su alegría contagiosa para trasmitir el Evangelio.
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RPJ nº 535 marzo 2020 – El sínodo, encuentro gozoso – Carlos Manuel Escribano
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