«¿Qué le ocurre al mundo, Mafalda? Está enfermo». Esta misma pregunta que le hacen a Mafalda sería importante poder hacérnosla cada persona ahora en estos primeros meses del año donde la agenda se llena de nuevos propósitos. Bastaría con pararnos a leer algún periódico, ver el telediario o pasear por nuestros pueblos y barrios, especialmente por las zonas más empobrecidas para poder responder lo mismo que Mafalda: el mundo está enfermo.
Si, además, tomamos consciencia de que somos ciudadanos y ciudadanas de este lugar llamado mundo donde todo está conectado y elevamos la mirada a lo que está pasando en otros países: Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Honduras, El Salvador, Siria, India… descubriremos que la falta de dignidad, la violación de Derechos Humanos se agrava y sin duda podemos confirmar que el mundo está enfermo. Además, es importante estar formados e informados de lo que ocurre, combatir la ignorancia y la invisibilidad y ayudar a entender, porque lo que no se conoce se enfrenta y lo que no se visualiza no existe.
Y ante esto, ¿nosotros/as qué?
Ser parte de la ciudadanía nos habla de sentirnos parte de una sociedad, nos remite a lo público, a la preocupación por lo común, a la participación para la construcción de esta colectividad lo más justa, digna e integradora posible donde nadie quede fuera… Ser ciudadanos y ciudadanas de un lugar llamado mundo nos hace tomar conciencia de nuestra responsabilidad con lo que en él acontece. En este mundo interdependiente, todas las personas estamos comprometidas en hacer lo posible para que sea un lugar más humano, justo y sostenible.
Pero ¿y nosotros/as como creyentes? ¿A qué estamos llamados/as?
Presentar la fe a los y las jóvenes tiene mucho que ver con vivir experiencias significativas que ayuden a profundizar en el sentido de la vida, experiencias que ayuden a abrir los ojos y a ver el paso de Dios por cada historia. Presentar la fe a los y las jóvenes pasa por acercarles a Jesús, provocar un encuentro personal con Él, con un Jesús cuya vida fue apuesta radical por los últimos: arriesgando, tocando, sanando, dialogando de tú a tú, dignificando, denunciando los abusos…
Todo el ámbito social y de exclusión, los espacios de frontera, las cunetas de los caminos donde están tiradas todas las personas empobrecidas de nuestra historia, son espacios privilegiados para el encuentro con Dios, lugares a los que las personas que nos identificamos como cristianas estamos llamadas para comprometernos. Asociaciones, ONG de acción social o cooperación internacional, movimientos sociales, son mediaciones claras para el compromiso creyente.
Además, estos espacios donde se generan experiencias de encuentro, acogida, escucha, abajamiento, cuestionamientos a estilos de vida, búsqueda de coherencia… son sitios clave donde se dan experiencias fundantes, de sentido y que pueden ayudar –y lo están haciendo– a despertar nuestros deseos, nuestro asombro, nuestro agradecimiento… y con estos sentimientos preparar el corazón para que Dios se haga accesible.
Por eso, desde esta sección de la revista te seguiremos diciendo cada mes ¡¡¡Mójate!!! y ayuda a que otras personas se mojen. Si estás haciéndolo ya GRACIAS, si aún no te has animado ¿EMPEZAMOS?
Descarga aquí el artículo en PDF
RPJ nº 528 – El mundo te necesita, mójate – Sonia Fernández Holguín
Te interesará también…
Newsletter
últimos artículos
Nº568 – Construyendo tu identidad
¿QUIÉN SOY? SENTIDO E IDENTIDAD EN LOS JÓVENES – Juan Jesús Gutierro Carrasco
¿QUIÉN SOY? SENTIDO E IDENTIDAD EN LOS JÓVENES Descarga aquí el artículo en PDFJuan Jesús Gutierro Carrasco jgutierro@comillas.edu Si hablamos de la cuestión de la identidad saldrán a nuestro encuentro cantidad de términos: subjetividad, libertad, sentimientos, y con...