El encuentro memorable – Iñaki Otano

Iñaki Otano

Domingo 21 del tiempo ordinario (A)

En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos, lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías,  (Mt 16, 13-20)

Reflexión:

 Nicodemo es un personaje del evangelio, del grupo de los fariseos, que, acudió a hablar con Jesús de noche para que no le viesen sus compañeros. Muchos podrían suscribir lo que una reflexión sobre él  pone en sus labios:

   “Me dije: ‘Tengo que hablar con Jesús’. Ninguna decisión que he tomado en la vida ha sido tan acertada como aquella.

De noche, a escondidas con la obsesión de que no me viesen, fui a ver a Jesús. Aquello cambió todo. Ante él, se me fueron todos los miedos. Encontré acogida, comprensión, cariño y ánimo. Pero no se conformó con palabras bonitas. También me señaló la dirección para ser verdaderamente feliz. Me dijo que tenía que ‘nacer de nuevo’. Al principio, no le entendí lo que quería decir. Pero poco a poco, con mucha paciencia, me lo fue explicando. Lo que en definitiva le entendí es que confiase en él, en Jesús, porque era la muestra de lo mucho que amaba Dios al mundo. Saberse realmente querido por él permite caminar por la vida sin perder la serenidad y la alegría, aunque a veces no nos salgan bien las cosas.

Aquel encuentro fue memorable. Mi vida encontró su rumbo. Jesús me había salvado de la tristeza, del pesimismo, del no saber qué hacer en los momentos difíciles”.

Todo eso y mucho más contiene la declaración de Simón Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús relaciona esa afirmación de Pedro con la Iglesia. El italiano Carlo Carretto (1910-1988), antiguo luchador católico contra el fascismo y religioso contemplativo después en un monasterio de los Hermanos del Evangelio, responde a los que le dicen por qué no abandona la Iglesia,. En ella hay mucha santidad pero también mucho pecado:

“No, no abandonaré esta iglesia fundada sobre una piedra tan quebradiza. ¿Para simplemente fundar otra sobre una piedra todavía más frágil? Porque eso soy yo. Pero, además, ¿qué cuentan las piedras? Lo que verdaderamente cuenta es la promesa de Cristo, el cemento que une las piedras, es decir el Espíritu Santo. Solo el Espíritu Santo es capaz de edificar la Iglesia con unas piedras mal talladas como lo somos nosotros. Solo el Espíritu Santo puede mantenernos unidos, a pesar de la fuerza centrífuga y disgregadora de nuestro ilimitado orgullo”.