El arte de contar sílabas – MªLuz Sarabia

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Lo que le pasa al amor es que, si no se comparte, si no se gasta, se pierde, se diluye, no sirve

Introducción

La combinación del Arte, con un enfoque humanista y desde una espiritualidad cristiana, pueden ser excelentes compañeros en una peregrinación por el corazón humano que, en el caminar individual y como grupo, y a través de diferentes experiencias, como puede ser la del confinamiento que estamos viviendo millones de personas en el mundo, propicien que estas vivencias profundas se expresen a través del arte, en nuestro caso, a través de la poesía, llamada haiku (poesías de tres versos, de cinco, siete y cinco sílabas cada verso).

Un reto para la pastoral juvenil es el de orientar al joven para que comience la construcción del gran relato de su vida (proyecto personal) que es el seguimiento de Jesús y la construcción del Reino. Los adolescentes y jóvenes tienen capacidad de reflexionar sobre los cambios que sufren a esta edad, posibilidad de mirarse a sí mismos con mayor profundidad, de ejercitar la introspección y de ser conscientes de su propia intimidad. Tienen perspectiva temporal, experimentándose a sí mismos con continuidad en el tiempo y con proyección hacia un futuro… «muchos jóvenes son capaces de aprender a gustar el silencio y de la intimidad con Dios» (Christus Vivit 224).

El Documento final del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (n.º 47) reconoce y aprecia la importancia que los jóvenes dan a la expresión artística en todas sus formas: son muchos los jóvenes que usan en este campo los talentos recibidos, promoviendo la belleza, la verdad y la bondad, creciendo en humanidad y en la relación con Dios.

Acogiendo el reto de la pastoral juvenil, anteriormente expresado y, la constatación del Sínodo de los jóvenes, es desde donde focalizamos el taller de poesía creativa: «el arte de contar sílabas y experiencias…», como una mezcla entre potenciar la contemplación de lo que veo a través de la ventana de mi habitación y lo que brota de mi corazón, dejando que la experiencia tome forma a través de unas micro-poesías que, si bien, se escriben a diario, pueden formar la base de un libro, un diario escrito en tiempo de pandemia y confinamiento.

La musa necesaria

Ana Frank escribió su diario entre el 12 de junio de 1492 y el 1 de agosto de 1944. Es un diario en forma de cartas que inicialmente escribió solo para sí, hasta que en la primavera de 1944 oyó por la radio un discurso del ministro de Educación holandés en el exilio. Este decía que cuando acabara la guerra se habrían de compilar y publicar todos los escritos que testificaran los sufrimientos del pueblo holandés durante la ocupación. Uno de los ejemplos que nombró fueron los diarios, impresionada por el discurso, Ana Frank decidió publicar un libro después de la guerra, para el cual su diario serviría de base.

Taller de poesía creativa, acompañando una clase de religión

Previo al taller de poesía, Santi, el tutor de la clase de 1º de la ESO de la Enseñanza de Santander, había invitado a sus alumnos/as a que investigaran por su cuenta qué es un haiku y rescataran alguno de los encontrados en internet.

Esta actividad relacionada con el día del libro pretendía tener un contacto directo de los alumnos/as con alguien que en estos tiempos estuviera escribiendo…

El formato del taller-clase fue el siguiente: después de las pertinentes presentaciones, de preguntar sobre cómo estaban ellos, los alumnos y sus familias por parte del tutor, pasé a explicar por una parte y a modo de introducción, qué son los haikus y de qué hablan y, por otra, y más personal, de dónde me vino la idea de escribir haikus, por qué escribo este tipo de micro-poesía cada día, cuál es su contenido, fuentes de inspiración (musas), para quién las escribo… 

Comenté que todo empezó un 14 de marzo, sábado, aquel fin de semana recibí de un buen amigo español, que vive en Perú, algunos haikus como este:

Quédate en casa

cada cual en la suya

y Dios en todas.

Antes de leer algunos de los haikus y lanzarles una tarea «para casa», compartí los motivos por los cuales me lancé a escribir:

  1. Recoger, fruto de un rato de oración, lo vivido en ese día, expresar en pocas palabras y acompañándolas de imágenes, lo que ha sido el paso de Dios por mi vida (no es algo intimista, es personal: ahí entran muchas personas, comunidad, Iglesia, familia, amigos, vecinos, gente que no conozco, gentes que viven a miles de kilómetros…). 
  2. Un segundo motivo que me llevó a escribir fue el de abrir mi casa y entrar en tantas casas como contactos de Whatsapp tenía en el móvil. Compartir mi experiencia con algunas personas, regalar mis inquietudes, dudas, incertidumbres, alegrías, con gente de distintas edades, de distintos países, me hacía estar en diálogo con todas ellas, estar conectada con la vida…
  3. Este tercer motivo vino con el tiempo y las reacciones de algunas personas que recibían mis haikus, me hacían entender que me esperaban cada noche, cada día; alguno me decía: «es como tener noticias tuyas a diario», para otros eran una palabra de consuelo o sencillamente de compañía en una situación de tanto distanciamiento social.
  4. Un cuarto y último motivo que tengo para escribir es el de contribuir de alguna manera, dentro de esta corriente creativa que se ha destapado en este tiempo, a dar forma, con total sencillez y humildad, a construir esperanza, sentido último, a lo que nos mantiene vivos, en fidelidad al don recibido que no es otro que el de la fe: la confianza radical en el Dios de Jesús, en el Dios de la vida. Rezar unos por otros dice mucho de la humanidad que queremos ser, lo dice todo del sueño que Dios sigue teniendo para todos nosotros en este tiempo tan sufriente e inabarcable. Este servicio, el de rezar así, el de acompañar con la palabra, junto con otros servicios, el de los profesionales de la salud, el de los comerciantes, el de los y las maestras, el de los padres y madres y el de los menores y jóvenes dando ejemplo de sensatez y madurez desbordante, este servicio decía, lo defiendo a capa y espada, pero sin violencia, al estilo de aquel que se retiraba para estar a solas con el Padre ante lo conflictual de la situación.

¿Cuál era mi musa, mi inspiración? Me preguntaron algunos. Mi inspiración cada día es el Evangelio y lo que Dios me está diciendo, en diálogo permanente con la vida de ahí fuera y de la que llevo en confinamiento.

A medida que les iba mostrando los haikus que había seleccionado para el taller, les iba contando qué significaban para mí, que no tiene que coincidir con lo que puede provocar en el lector o en el oyente, cómo había ido incorporando imágenes y sentires de personas que me habían enviado algo ese día o los días anteriores. Otras veces era yo la que pedía fotos: un día de lo que veían por las ventanas de sus habitaciones; otro de flores que tuvieran en sus casas o jardines; otro, de actividades que estuvieran haciendo en familia, en comunidad, o fotos de la cruz ante la que suelen rezar, de velas encendidas en la vigilia pascual, etc.

¿Dónde estás Dios?

La vida por clarear

mil veces nacer.

(21 de abril de 2020)

Y llegó el momento de interactuar más con los chicos y chicas, proponiéndoles lo siguiente: «si yo os digo la palabra confinamiento, ¿vosotros que diríais? ¿Y si digo casa? ¿Y si digo libertad?».

Les propuse que crearan tres haikus, un haiku por cada palabra sugerida por cada una de las que yo les dije. Y, si querían, podían complementar esos haikus con fotos tomadas por esos mismos. ¡Parece que hubo cierto entusiasmo! 

Finalizando el taller, se puso una música de fondo, invité a los chicos/as a que cerraran los ojos y les leí unos párrafos de algo que escribí el domingo 22 de marzo:

«Te invito a que te asomes a la ventana, una vez más, y veas que el vacío que ves, la falta de peatones, no lo es todo. Lávate bien los ojos, déjatelos lavar por Aquel que todo lo puede y vuelve a mirar, pero ahora en modo excéntrico-evangélico, ¿qué ves? ¿Qué puedes decir del que te está curando-cuidando? Las ausencias en las calles se convierten en promesas aplazadas. Quizás este tiempo sea un tiempo para la desmesura; la situación nos sobrepasa, en un sentido o en otro, en un nivel u otro, sí, nos sobrepasa, pero en esta visión nueva, ¿no vemos la sobreabundancia, la demasía del que lo es Todo? Yo empiezo a verla, a sentirla, urgida cada minuto que pasa, a cuidar de la llama tenue de la esperanza, volveremos a ver otros tiempos más primaverales, más explosivos en afectos y colores…

Mirar fuera, me lleva a mirar, por otro lado, otras afueras, periferias sin casa, y me pregunto qué estamos haciendo, cómo estamos reaccionando como humanidad, no dejo de mirar afuera y lo que veo son personas que forzosamente se siguen movilizando, el cierre de sus no-casas les empuja a caminar hacia adelante, hacia fronteras cerradas. Están en juego muchas biografías, está en juego su inscripción en la gran biografía humana…

Que en este tiempo, deseemos crecer en cualidades morales, el ser más justos, más buenos, más valientes; crecer también en calidades relacionales, relaciones más amistosas, más sinceras, más justas y, en relación a un orden social post-covid 19, ver cómo nos gustaría crecer-ser como sociedades más democráticas, más justas, más pacíficas, más inclusivas… y ¿cómo compartiremos tantos bienes inmateriales, patrimonio de la humanidad…?».

Abriendo los ojos, con la música silenciada, pregunté de qué bienes inmateriales hablaba lo escuchado y uno de los alumnos, que titubeaba si iba a responder bien, dijo: «el amor». «Sí señor», le dije, el amor resume o condensa todos esos valores y lo que le pasa al amor es que, si no se comparte, si no se gasta, se pierde, se diluye, no sirve… 

¿No fue precisamente este, el amor expresado desde el confinamiento, desde la buhardilla de una casa y el deseo de libertad, el testigo que recogió Ana Frank, y dio a su diario forma de libro?

Al finalizar el taller recomendé leer, si no lo habían hecho ya, el Diario de Ana Frank y mi sorpresa fue que una de las alumnas lo estaba leyendo. ¡Lo que daría por leer la mente, meterme en la vida de una adolescente de 13 años que está leyendo el diario de otra adolescente!

 

Añado alguno de los haikus de estos alumnos ocasionales para mí, ¡gracias, chicos y chicas! 

Contribuir a construir esperanza, sentido último, a lo que nos mantiene vivos

Estoy nervioso

pero Dios me tranquiliza

y sigo con fe.

(Confinamiento, Iker)

No veo el sol

sin salir a la calle

en mi brillará. 

(Casa, Carmen)

Resguardo busco

en mi rincón secreto

el viento y yo. 

(Libertad, Alberto)

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