Curiosamente, ahora que aumenta nuestra preocupación, que nuestra seguridad está en peligro somos mucho más capaces de dejar a un lado el egoísmo y priorizar a los hermanos. Parece como si la bonanza económica y social nos empujara hacia el individualismo que es señal de identidad de nuestro tiempo, sin embargo, desde que nuestros privilegios primermundistas se han visto ligeramente acechados ha comenzado una ola de solidaridad que me hace estremecerme de emoción. ¿Cuántos conciertos a través de redes no van ya? ¿Cuánta gente joven se ha ofrecido a ayudar a las personas mayores de su bloque? ¿Cuántas y cuántos habéis renunciado a vuestro ocio (incluso antes de que lo pidiera el Gobierno) por el bien común? ¿Cuántas iniciativas increíbles no están poniéndose en marcha? Pues tengo que deciros que para mí sois esperanza y sois un signo vivo del Reino. Y digo que sois esperanza no ya de vencer al coronavirus, que acabará ocurriendo, digo que me dais esperanza en la humanidad. Me siento expectante por descubrir con asombro las muestras de creatividad solidaria que están por venir y que nacerán del corazón inquieto de aquellos que anteponen al hermano y a la hermana.
Otra seña de identidad de nuestro tiempo eran las prisas, falta de tiempo, aceleración,… Ahora tenemos la oportunidad de pararnos y dedicar tiempo a aquello que dejábamos para lo último en nuestra rutina diaria, puede que esta crisis nos haga establecer prioridades de dedicación del tiempo alternativas, y quizá también plantearnos si no deberían cambiar para siempre. Basta meterse en Instagram para descubrir que los juegos de mesa se han hecho trending topic. Y estos están siendo instrumento de reencuentro de las familias.
¡Qué bonita oportunidad de pasar tiempo juntos, de volver a pensar lo que significa ser familia, de fortalecer vínculos y olvidar rencillas!
¡Qué oportunidad para dedicarse tiempo a uno mismo, a revisar el proyecto de vida, a conocernos mejor, a descubrir el aliento de Dios en cada una de nosotras! Podremos hacer hueco al silencio, dejar espacio para curarnos y, en definitiva, salir reforzados cuando esto pase.
¡Qué oportunidad para leer, ver series y expandir nuestra cultura!
¡Qué oportunidad para …!
… para caer en la cuenta de lo afortunados que somos y valorar lo que tenemos. Podemos aprender mucho del momento presente, creo que sobre todo en cuanto a lo privilegiados que somos, porque perder o sentir amenazados nuestros privilegios debería inspirarnos una enorme empatía con aquellas personas que no gozan de nuestra suerte. Para acabar deseo que no olvidemos esta situación cuando salgamos de ella, que no olvidemos que un día tuvimos hambre y nos dieron de comer, que tuvimos sed y nos dieron de beber, que estuvimos desnudos y nos vistieron. Ojalá que la humanidad que despierta en nosotros no se aletargue y nos empuje avanzar en la historia de la Salvación.
Enrique Fraga Sierra