Dos iniciativas pastorales con universitarios – Alvaro Pereira Delgado

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Abrimos la puerta a dos aportaciones desde el mundo de la pastoral universitaria de tono más práctico y propositivo. Desde dos diócesis de España nos hacen unas propuestas que pueden dar pistas de actuación a otros y que cuentan con el aval de la práctica y de la experiencia vivida.

por Álvaro Pereira delgado
Pastoral Universitaria de Sevilla

La experiencia Youcat, un nuevo oratorio para el siglo XXI
San Felipe Neri creó en la Roma del siglo XVI una nueva experiencia pastoral, el oratorio, que entusiasmó en su época. Él intentó dar más protagonismo a las inquietudes de los jóvenes, y gestó un nuevo formato pastoral en el que las preguntas, el diálogo, la oración y la música se aparejaban de forma creativa y vivaz. ¿Es posible reproducir aquella experiencia entre los jóvenes universitarios de hoy?

Cada noche de jueves nos reunimos en la capilla universitaria para la «Experiencia Youcat». La actividad tiene varios momentos y los estudiantes se van incorporando a ellos conforme van acabando sus clases. A las 20 hs. comenzamos con la Eucaristía diaria. Intentamos celebrarla con sencillez y profundidad, con una breve pero sabrosa homilía.
Sucede a la Eucaristía un espacio de oración (20:30-21:00 hs.) en el que exponemos al Santísimo y alternamos el silencio con algún canto contemplativo. Intentamos que el ambiente de la capilla sea íntimo y acogedor. Un sacerdote está disponible para confesar o escuchar al que lo necesite. Este espacio de silencio y escucha se ha revelado como una oportunidad muy valorada por los jóvenes. El estudiante suele tener muchas ofertas formativas, pero pocas contemplativas. Además estiman bastante la posibilidad de confesarse de forma atenta y reposada.
Simultáneamente a esta oración en el interior de la capilla, hay en el exterior un equipo de estudiantes cuya misión es acoger a los nuevos. Puesto que la experiencia Youcat no consiste en la conformación de grupos fijos, los universitarios suelen ir invitando a compañeros de clase o, simplemente, nuevos jóvenes se enteran por las redes sociales y van apareciendo a lo largo del año. Aunque aparentemente esto es una debilidad de la actividad, puesto que no se puede seguir un itinerario sistemático de formación, se convierte en una ocasión misionera de primer orden, ya que muchas veces llegan jóvenes muy poco iniciados en la vida cristiana. La acogida inicial, por tanto, es esencial. Intentamos asumir las insistentes recomendaciones del papa Francisco a crear una Iglesia acogedora. Así decía en la audiencia del 9 de septiembre de 2015: «Una Iglesia de verdad, según el Evangelio, no puede más que tener la forma de una casa acogedora, con las puertas abiertas, siempre». Para ello, no solo tratamos de cuidar la acogida inicial, sino intentamos acompañar a los nuevos. Por ejemplo, si el estudiante es de medicina, el equipo de acogida busca a otro que estudie la misma carrera y sea más o menos de la misma edad, para que lo atienda e integre.
A las 21 h. entran ya todos y hacemos una oración de 10 minutos. Cada día la prepara un joven. Hay otro, con más experiencia, que se preocupa de encargar cada día la oración a uno y de ayudarle a prepararla. Aunque suele comenzar igual («nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, y del Hijo…») y acabar con la bendición del Santísimo y el canto, esta oración es bastante variada, dependiendo de la sensibilidad eclesial del universitario que la prepara. Este hecho, de nuevo, puede representar una aparente debilidad de la experiencia, ya que implica cierta heterogeneidad. Sin embargo, confiar cada día la oración a un estudiante diverso tiene de bueno que, además de fomentar la corresponsabilidad y autogestión de los jóvenes, es una forma de expresión orante del joven ante sus compañeros, de manera que se van ayudando en la senda de la oración los unos a los otros. Algunos años hemos preparado a universitarios para recibir el bautismo en Pascua, por eso en Cuaresma sustituimos esta oración por el rito de la Iniciación Cristiana pertinente (elección, exorcismo, entrega del Padrenuestro…). Los jóvenes suelen valorarlo como un modo muy elocuente de sentirse Iglesia.
A las 21:10/21:15, se dan la bienvenida y los avisos de la semana. A continuación se expone el tema a tratar durante 10 minutos. Suele hacerlo el sacerdote o un profesor o profesora invitados para tratar un tema específico. ¿Qué temas tratamos? Lo llamamos “Experiencia Youcat” porque comenzamos comentando las preguntas del libro Youcat, que el papa Benedicto regaló a los jóvenes en la JMJ de Madrid. Tras unos años siguiendo esta metodología, hemos adoptado en el último curso una opción diferente. Un grupo de “sabios” (jóvenes universitarios con más experiencia) escogen los temas a principio de curso junto con el delegado de Pastoral Universitaria. Tenemos en cuenta varios criterios, puesto que el público es muy variado (un tercio suelen ser jóvenes bastante avanzados en la vida de fe y en la formación cristiana, es el grupo base; otro tercio se ha incorporado durante el año, son jóvenes entusiasmados con la experiencia, aunque tienen aún poca formación; el tercio final lo integran jóvenes nuevos, que asisten esporádicamente, algunos de los cuales ni siquiera se consideran cristianos). Intentamos que haya temas novedosos que contribuyan a la profundización de los más formados (este año, por ejemplo: derechos humanos y cristianismo, el sentido cristiano del trabajo, la música en la liturgia y en la vida cristiana, etc.). Y alternamos estas sesiones con otras más propias de una primera catequesis (Jesucristo, credo, oración, sacramentos, etc.), pero buscamos darle un toque actual o atrayente para que no suene a repetido a oídos de los más formados. Por ejemplo, este año los temas sobre Jesucristo tienen que ver con el Jubileo de la Misericordia, o las sesiones sobre la oración se han centrado en la lectio divina. En tercer lugar, tratamos temas candentes de actualidad eclesial o social (este año, a propósito de los supuestos abusos de un sacerdote, “pederastia y cristianismo, ¿cómo afrontar el tema?”; a propósito de la discusión sobre la muerte digna, “eutanasia y cuidados paliativos”; a propósito de los atentados de París, “cristianismo e islam” etc.). Por último, introducimos en el calendario dos celebraciones penitenciales en Adviento y Cuaresma y alguna vigilia de oración específica cuando la situación lo requiere. El pasado trimestre celebramos una vigilia de oración por las víctimas de los atentados de París.
Tan importante como el tema es la dinámica que seguimos a continuación. La exposición termina con tres preguntas para el diálogo que se llevan impresas y se dan a cada grupo. Puesto que suelen venir unos 70 universitarios, más o menos, solemos hacer 6 grupos, de tal manera que haya unos 10 o 15 estudiantes en cada grupo. Los grupos son distintos en cada sesión, de forma que puedan ir conociéndose todos. Se forman con unos papelitos de colores que da el equipo de acogida en la puerta. Estos grupos dialogan durante unos 20 minutos sobre el tema y las tres preguntas. Se intenta que el diálogo sea fluido, todos hablen y no haya nadie que monopolice la conversación. Finalmente hacemos una plenaria de 22 a 22:15 h. con todos los universitarios. En esta plenaria cada grupo expone las conclusiones más importantes a las que han llegado, se resuelven dudas y se crea un diálogo final que, sin embargo, cortamos a las 22:15, de manera que siempre se sabe a qué hora acaba la sesión. Finalizamos con un Ave María.
Tras la sesión formativa, los estudiantes suelen quedarse en la puerta unos 15 minutos dialogando y despidiéndose. Es un momento estupendo para saludar y acoger a los nuevos. La mayoría acabamos la experiencia en un bar que hay en frente donde suelen continuar los diálogos de manera informal.
La experiencia Youcat se ha convertido en los últimos años, además, en un espacio de comunión eclesial, pues jóvenes de distintos carismas y sensibilidades, a pesar de que sus grupos de referencia sean otros, acuden asiduamente o de vez en cuando para conocer y compartir con otros jóvenes en búsqueda.
Voluntariado en favor de las Personas Sin Hogar

En el seno de la Pastoral Universitaria de Sevilla surgió hace unos años Cáritas Universitaria, presencia acogedora y servicial de la Iglesia en medio de la Universidad. Aunque la acción prioritaria de Caritas Universitaria es ayudar a los estudiantes empobrecidos (medias becas, orientación, alojamiento, comida, etc.), hace tres años surgió otro proyecto que busca atender a las personas sin hogar que viven en las calles de Sevilla. Relatamos primero la acción y después su sentido.
Nos reunimos cada miércoles a las 21 h. en una residencia universitaria que está en el centro de la ciudad (Residencia María Inmaculada). Puesto que hacemos cuatro rutas y no debe de haber más de cinco personas por ruta, solo podemos ser 20 voluntarios. Tras una oración de unos cinco o diez minutos en la capilla de la residencia, en la que tratamos de dar profundidad y sentido cristiano a lo que vamos a hacer, tiene lugar una breve reunión en la que comentamos las rutas de la semana pasada, el caso de algún amigo de la calle que quizás necesite algún recurso, y distribuimos a los voluntarios en las diferentes rutas. Salimos a continuación de 21:20 a 23:30, dependiendo de la época (a veces se termina antes, a veces después). Cada grupo lleva un termo con café descafeinado, con caldo, gazpacho o zumo (depende de la época) y va visitando a aquellas personas sin hogar que ya conocemos de miércoles anteriores. Es necesario notar que el fin del voluntariado no es dar de comer. De hecho esta acción es contraproducente porque fija las personas a la calle. Es más recomendable que vayan a los comedores. Lo que llevamos es simplemente una excusa para comenzar la conversación si no conocemos a la persona sin hogar.
El objetivo fundamental del voluntariado es la dignificación de la persona sin hogar. En la conversación amigable la persona se siente más ella misma y se abre a nuevas posibilidades de ser. Las personas, antes que pan, necesitan afecto y relación. Si es preciso, informamos de los recursos (comedores sociales, centros de inserción de Cáritas, etc.) y servimos de enlace con los trabajadores sociales de Cáritas para gestionar sus necesidades (documentación, sanidad, dependencias, etc.). Es muy importante el trabajo en red con los otros proyectos de Cáritas y con otras organizaciones que también trabajan con las personas sin hogar para que nuestro servicio tenga sentido.
Esta acción, además, es un camino de maduración y crecimiento para el universitario, ya que reconociendo la dignidad del otro, él mismo asume la suya propia y valora la identidad de imagen de Dios de toda persona. El voluntario aprende a relativizar aquellos valores aparentes de nuestra sociedad (belleza, lujo, superficialidad, etc.) que conducen a la cuneta de nuestro mundo a muchos empobrecidos. Se requiere fidelidad para este voluntariado. Preparamos una formación inicial y otra cada trimestre. Además intentamos apoyar la campaña de Cáritas Española en Noviembre en favor de las Personas Sin Hogar y en contra de la exclusión, para mostrar a nuestra sociedad la realidad de nuestros amigos de la calle.
Conclusión
Hemos intentado con este breve artículo presentar dos iniciativas pastorales, una en el plano formativo y espiritual, otra en el plano caritativo y social. Si algún lector necesita más información, puede contactarnos en el email sarus@us.es.

Este artículo tiene un fin eminentemente práctico: presentar algunas iniciativas pastorales con jóvenes que puedan servir de inspiración para otras pastorales universitarias u otros grupos de estudiantes. Antes de comenzar es necesario hacer tres aclaraciones.

En primer lugar, la Pastoral Universitaria no es solo, ni principalmente, una pastoral juvenil sectorial. La pastoral de la Iglesia en la Universidad consiste, por un lado, en acompañar y servir a todos los universitarios cristianos, no solo a los estudiantes, también a los profesores y al personal de administración y servicios; y, por otro, busca suscitar el diálogo entre el evangelio y la cultura en los foros universitarios.
En segundo lugar, la Pastoral Universitaria no debe convertirse en un servicio diocesano organizador de eventos. Como toda experiencia eclesial, la Pastoral Universitaria busca ante todo evangelizar, creando comunidad cristiana allá donde se encuentre. Por ello, todas sus actividades deben ser consideradas como medios que persiguen el objetivo de crear espacios en los que se pueda compartir la fe, también en la Universidad. De ahí que sea más importante la labor callada de acompañamiento, de presencia y de oración, que las actividades más visibles.
En tercer lugar, la pastoral específica con los jóvenes universitarios debe asumir conscientemente su carácter provisional. Los estudios universitarios son, ante todo, una experiencia de Éxodo. Posiblemente es hoy una ilusión pretender crear comunidades estables y homogéneas, pues la movilidad y provisionalidad de los estudiantes cada vez es mayor. La Pastoral Universitaria, por tanto, se debe parecer menos a grupos cerrados e invariables en el tiempo, y más a «espacios motivadores y sanadores…lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales” (Papa Francisco, EG 77)».
Tras estas aclaraciones, presentamos dos iniciativas de pastoral juvenil universitaria.

Voluntariado en favor de las Personas Sin Hogar

En el seno de la Pastoral Universitaria de Sevilla surgió hace unos años Cáritas Universitaria, presencia acogedora y servicial de la Iglesia en medio de la Universidad. Aunque la acción prioritaria de Caritas Universitaria es ayudar a los estudiantes empobrecidos (medias becas, orientación, alojamiento, comida, etc.), hace tres años surgió otro proyecto que busca atender a las personas sin hogar que viven en las calles de Sevilla. Relatamos primero la acción y después su sentido.
Nos reunimos cada miércoles a las 21 h. en una residencia universitaria que está en el centro de la ciudad (Residencia María Inmaculada). Puesto que hacemos cuatro rutas y no debe de haber más de cinco personas por ruta, solo podemos ser 20 voluntarios. Tras una oración de unos cinco o diez minutos en la capilla de la residencia, en la que tratamos de dar profundidad y sentido cristiano a lo que vamos a hacer, tiene lugar una breve reunión en la que comentamos las rutas de la semana pasada, el caso de algún amigo de la calle que quizás necesite algún recurso, y distribuimos a los voluntarios en las diferentes rutas. Salimos a continuación de 21:20 a 23:30, dependiendo de la época (a veces se termina antes, a veces después). Cada grupo lleva un termo con café descafeinado, con caldo, gazpacho o zumo (depende de la época) y va visitando a aquellas personas sin hogar que ya conocemos de miércoles anteriores. Es necesario notar que el fin del voluntariado no es dar de comer. De hecho esta acción es contraproducente porque fija las personas a la calle. Es más recomendable que vayan a los comedores. Lo que llevamos es simplemente una excusa para comenzar la conversación si no conocemos a la persona sin hogar.
El objetivo fundamental del voluntariado es la dignificación de la persona sin hogar. En la conversación amigable la persona se siente más ella misma y se abre a nuevas posibilidades de ser. Las personas, antes que pan, necesitan afecto y relación. Si es preciso, informamos de los recursos (comedores sociales, centros de inserción de Cáritas, etc.) y servimos de enlace con los trabajadores sociales de Cáritas para gestionar sus necesidades (documentación, sanidad, dependencias, etc.). Es muy importante el trabajo en red con los otros proyectos de Cáritas y con otras organizaciones que también trabajan con las personas sin hogar para que nuestro servicio tenga sentido.
Esta acción, además, es un camino de maduración y crecimiento para el universitario, ya que reconociendo la dignidad del otro, él mismo asume la suya propia y valora la identidad de imagen de Dios de toda persona. El voluntario aprende a relativizar aquellos valores aparentes de nuestra sociedad (belleza, lujo, superficialidad, etc.) que conducen a la cuneta de nuestro mundo a muchos empobrecidos. Se requiere fidelidad para este voluntariado. Preparamos una formación inicial y otra cada trimestre. Además intentamos apoyar la campaña de Cáritas Española en Noviembre en favor de las Personas Sin Hogar y en contra de la exclusión, para mostrar a nuestra sociedad la realidad de nuestros amigos de la calle.
Conclusión
Hemos intentado con este breve artículo presentar dos iniciativas pastorales, una en el plano formativo y espiritual, otra en el plano caritativo y social. Si algún lector necesita más información, puede contactarnos en el email sarus@us.es.

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