«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que…».
Así comienza la magnífica obra de Dickens Historia de dos ciudades y, aunque fue publicada hace más de siglo y medio, sorprende que aquella época siga pareciéndose tanto a la actual. Más o menos seguimos igual, con ese no saber muy bien si vamos o venimos.
La vida monástica es una vocación que requiere de estabilidad, de permanencia, en muchos aspectos. Y esto es bastante contracultural. Pero es lo que queremos ofrecer desde nuestra casa. Por ello, porque nos parece una oferta alternativa, atrevida, compartimos parte de nuestro tiempo, de nuestra vida con la gente joven, esa que parece que no sabe de estar quieta, de silenciar, o de mirar hacia dentro.
Nuestra experiencia es muy diferente. Desde hace muchos años ya ofrecemos la posibilidad de vivir, por ejemplo, la Semana Santa a aquellos jóvenes que deseen dedicar esos días a ahondar en lo auténtico de su corazón. Las oraciones compartidas, las reflexiones impartidas por la comunidad, la intensidad de las celebraciones, el silencio, la experiencia de otros jóvenes, la profundidad del Misterio que se vive, todo ello hace que sean días que revuelven, descolocan, incomodan. Por eso es cosa de valientes venir a nuestra Pascua, porque son días en los que se vive algo muy diferente a lo habitual, a la prisa de la vida cotidiana, a la urgencia de la conexión, a la superficialidad de las conversaciones.
Desde el miércoles santo hasta el domingo de Resurrección avanzamos por un camino de búsqueda y de encuentro, de tropiezos y de levantadas. Pero esos días, tan llenos, tan plenos, no se viven en soledad, aunque haya momentos para estar solos; no, la fuerza del grupo, la potencia de la asamblea que se reúne para celebrar lo que grita el alma, anula cualquier posibilidad de temor ante la «solitariedad».
Nos parece importante ofrecer espacios de silencio y de hondura que permitan al corazón respirar ante un horizonte abierto: el de su propia verdad, aquella que ha puesto Dios ahí, esa que grita por manifestarse y adquirir su espacio.
Por eso ofrecemos también la posibilidad de realizar un tiempo de voluntariado internacional (es preciso un nivel de castellano fluido) en el monasterio, para jóvenes de entre 21 y 30 años Entre mayo y agosto pueden estar desde un mes a cuatro, ¿con qué objetivo? La «excusa» es colaborar en las tareas del monasterio, desde trabajar en la huerta ecológica, hasta realizar trabajos de mantenimiento de los espacios, de los edificios. Pero el fondo es mayor, es dedicar un tiempo largo a vivir en un sitio donde se vive de manera diferente, donde el tiempo no es más lento, pero sí más largo, donde se encuentra la invitación a vivir con los cinco sentidos desplegados, bien despiertos.
La experiencia está pensada para un grupo pequeño, porque eso facilita la interrelación y la comunicación honda, distinta. Se vive con mayor intensidad las oraciones con la comunidad, los diálogos, los diferentes talleres de formación que se desarrollan durante el tiempo de la tarde, etc.
A medida que van pasando los días, el joven se va haciendo uno con el entorno, el ritmo de la oración y del trabajo, el descanso y el tiempo de compartir. Sabemos por experiencia que quien participa va entrando en una dimensión desconocida, pasa del temor al silencio o al tiempo, al gusto y la búsqueda de ambos como privilegios poco habituales en su día a día.
Vivir desde el latido que Dios pone en nuestro interior es el fundamento de nuestra vida y de nuestra respuesta. Te invitamos a buscar tu propio latido divino.
Nos parece importante ofrecer espacios de silencio y de hondura que permitan al corazón respirar ante un horizonte abierto
Vivir desde el latido que Dios pone en nuestro interior es el fundamento de nuestra vida y de nuestra respuesta
Una semana en el Monasterio de Suesa
Testimonio de Carlos Askunze, http://www.monjasdesuesa.org/
El pasado agosto tuve la oportunidad de pasar una semana en el monasterio de Suesa (Cantabria) de las Monjas Trinitarias. No era la primera vez que buscaba en ese lugar un espacio para la oración, la revisión de vida y el cultivo del silencio y la contemplación. En esta ocasión, y al regreso a Bilbao, me pidieron que escribiera un testimonio sobre mi experiencia.
Hablando de espiritualidad, parece que todos y todas andamos en «modo búsqueda». En la oración del amanecer, los textos que leyeron las hermanas los días de mi estancia en el monasterio se referían a la necesidad de reinventar el modo de vida monacal y la oportunidad de construir una interespiritualidad o espiritualidad interreligiosa. Vivimos con la necesidad de esa espiritualidad que aliente nuestra vida y nuestro compromiso transformador y, sin embargo, no siempre sabemos cultivarla. Una espiritualidad que, a menudo, ha quedado encorsetada en palabras y ritos prestados que no transforman nuestro corazón ni nuestras prácticas cotidianas. Necesitamos buscar y cultivar nuevas formas de espiritualidad. Una espiritualidad que ha sido rastreada en todo momento y en todo lugar por toda la humanidad, con distintos acentos o con distintos envoltorios sociales, culturales o religiosos. Busquemos esas fuentes de «sabiduría o cualidad humana profunda» (Marià Corbí) necesarias para ser mejores, vivir mejor y hacer un mundo mejor. Lo necesitamos quienes con timidez transitamos por los caminos de la fe cristiana y lo necesitan muchas personas que, con o sin religión, buscan vivir con profundidad.
Y el monasterio de Suesa es, entre otras cosas, un laboratorio para esa nueva espiritualidad. Y es de agradecer contar con laboratorios así que, más allá de la rutina, nos sacudan y nos pongan en esa actitud de búsqueda. Porque no es fácil hacerlo en una sociedad y en unos tiempos que nos sobrepasan por su rapidez e inmediatez. En mi estancia en el monasterio me acompañó un librito de José Tolentino Mendonça titulado Pequeña teología de la lentitud. No me resisto a señalar las «bellas artes» que describe con brevedad pero con mucha profundidad: el arte de la lentitud, de lo inacabado, de agradecer lo que no nos dan, del perdón, de esperar, de cuidar, de habitar, de contemplar la vida, de la perseverancia, de la compasión, de la alegría, de ir al encuentro de lo que se pierde, de la felicidad, de la gratuidad, de escuchar nuestro deseo, de morir, de no saber…
Pero en el monasterio de Suesa, como debiera ser en todas nuestras instituciones, la espiritualidad no es una cualidad ajena al cuerpo, a la materia, a las preocupaciones sociales y políticas de nuestro mundo. No lo es porque se ora con el cuerpo, se contempla con la danza o se transmite la serenidad de la fe con la complicidad de una sonrisa o con un gesto solemne. Y no lo es porque, como reza el cartel a la entrada del comedor de la hospedería, la propia comunidad «está en un camino de respeto ecológico y justicia social». Laboratorio, por tanto, también de una nueva humanidad: vida en común, renuncia a la propiedad privada, trabajo compartido, hospitalidad y acogida, agricultura ecológica, consumo de productos de comercio justo y empresas sociales… Nos enseñan con ello (concluye el cartel) que podemos sentirnos «más vinculadas al proyecto de Dios de crear un “jardín” del Edén para toda la humanidad».
Pero el Monasterio no es solamente «un lugar», es, sobre todo, «el lugar» de la Comunidad de Monjas Trinitarias de Suesa. Todo lo sentido y descubierto en ese espacio es posible porque unas mujeres de fe lo han apostado todo por seguir a Jesús de una manera peculiar, diría que única. Y, lo más importante, han intuido que esa experiencia no podía quedar encerrada en los muros de un monasterio, sino que debía compartirse con otras personas que seguimos en camino, con fe y con dudas, intentándonos descubrir como «un instante en la belleza del mundo». Muchísimas gracias, Monjas de Suesa, Hermanas en Dios y Amigas de Dios humanidad.
Web del monasterio: www.monjasdesuesa.org
Facebook: https://www.facebook.com/trinitariasdesuesa
Twitter: https://twitter.com/monjasdesuesa
Canal Youtube: https://www.youtube.com/user/monjasdesuesa
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RPJ nº 529 -Dos espacios para descalzarse – Hermanas trinitarias de Suesa
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