Domingo 32 del tiempo ordinario – Iñaki Otano

Al servicio de la vida

Domingo 32 del tiempo ordinario

Iñaki Otano

 

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: ‘Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano’. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella”.

Jesús les contestó: “En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza cuando llama al Señor: ‘Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob’. No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos”. (Luc 20, 27-38)

            Jesús dice que Dios es un Dios de vivos. Nos invita así a apostar por la vida, a protegerla y defenderla. El Papa Francisco concretaba en mayo de 2015 ese servicio a la vida en el cuidado de la creación. He aquí solo unas frases entresacadas de los 246 parágrafos de que consta su encíclica “Laudato si’. Sobre el cuidado de la casa común”

– Para la tradición judío-cristiana, decir “creación” es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. (nº 76)

– Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad – por poner solo algunos ejemplos -, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. (nº 117)

– Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos e inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades. (nº 120)

– Ya no basta decir que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. Es un drama para nosotros mismos, porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por la vida. (nº 160)

– Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. (nº 189)

Oración por nuestra tierra: Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza… Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción…