Intolerable despilfarro
Iñaki Otano
Domingo 26 del tiempo ordinario C
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro, estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: ‘Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abrahán le contestó: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento’. Abrahán le dice: ‘Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen’. El rico contestó: ‘No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán’. Abrahán le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto’”. (Lc 16, 19-31)
Esta es la única parábola en la que Jesús pone un nombre concreto a un personaje del relato. Se trata de Lázaro, que significa “Dios ayuda”. Efectivamente, Dios está con el pobre, llagado, mendigo. Por eso, el Papa Francisco dice que hoy día “no se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad”. Lamenta que se desperdicien aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y “el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre”. Coincide con Benedicto XVI en que tenemos “un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora”. El despilfarro es Intolerable e inaceptable, crea inequidad y miseria deshumanizadora.
Para la mentalidad judía de entonces, las riquezas eran un signo de la bendición de Dios, y las miserias de una persona mostraban que Dios le había abandonado por alguna culpa contraída. Lázaro entonces estaría en esa situación por ser un gran pecador.
Jesús no admite esta mentalidad. El que parecía un gran pecador ocupa un puesto de honor en el seno de Abraham, en el festín preparado por Dios, mientras que el rico, lejos de poder gozar de sus riquezas, vive un suplicio insoportable.
Aunque suene ya a tópico, es verdad que muchos saben que la felicidad no está en poseer cada vez más. “La felicidad requiere saber limitar las necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida… Se puede necesitar poco y vivir mucho” (Papa Francisco).
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