DOMINGO 13º: Dar y recibir, así de simple – Juan Carlos de la Riva

Lectura del segundo libro de los Reyes (4,8-11.14-16a):

Un día pasaba Eliseo por Sunam, y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa.
Ella dijo a su marido: «Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí.»
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó.
Dijo a su criado Guejazi: «¿Qué podríamos hacer por ella?»
Guejazi comentó: «Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo.»
Eliseo dijo: «Llámala.»
La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: «El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo.»

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,37-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

Palabra del Señor

La primera lectura de hoy es entrañable. Un matrimonio ya mayor abre las puertas de su casa a un profeta, Eliseo. Y este se ve en la obligación de pagar de alguna manera tan buen favor. Les prometerá un hijo para el año que viene. Allá donde alguien dio de sí, lo recibió todo, la vida. Ahora que llevamos mascarilla bastante a menudo nos damos cuenta de que lo que soltamos al respirar no sabe igual que el limpio oxígeno con que nos nutrimos cada respiración. Percibimos así que desde ese gesto tan simple que es el respirar, estamos recibiendo, más quizá que lo que damos. Siempre quedamos en deuda.

El Evangelio es un poco más complicado. Pareciera que Jesús no valorase el amor familiar. Tranquilos, no va por ahí la cosa.

Lo primero que hemos de recordar es que en aquella sociedad los lazos familiares y de clan eran mucho más estrechos que ahora, y la autonomía de la persona quedaba muchas veces en entredicho, al verse forzada a seguir los patrones marcados por la familia: temas como el matrimonio, el modo de vida, el lugar de vida, etc… quedaban fuera del marco de decisiones que una persona podía tomar con libertad. La libertad quedaba sin poder ser ejercida. De eso habla este evangelio. Para amar hay que ser libre incluso de los vínculos más importantes como lo son los familiares. En algunas ocasiones, las personas que más nos quieren pueden no entender ciertas decisiones arriesgadas que podemos tomar en nuestra historia detrás de Jesús. Quizá a tu familia no le gustó que te fueras de voluntariado a un país lejano, o que dejases un trabajo en el que ya tenías la vida resuelta, y lo cambiases por otro que es menos prestigioso y tiene menos seguridades… quizá aún queden presiones sociales a las que tenemos que saber hacer frente.

Luego nos cuento algo muy profundo: «El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará». Nos habla de cuál es la verdadera dinámica del perder y del ganar. Y apuesta por el caballo que parece que va a ser el perdedor. El que pierde, gana, nos dice.

Más adelante nos dirá que si das un vaso de agua, no quedarás sin tu paga. El evangelio es pues para gente que quiera ganar, alcanzar una gran paga. Pero cuidado, el camino es perder.

Me recuerda el juego de las X y las Y, una dinámica verdaderamente diabólica. 4 equipos tienen que votar x o y. Si todos votan X ganan todos 0. Pero si votas Y y los demás X, entonces ganas 30, y los demás pierden 10. Tremenda duda: me pongo a ganar a costa de ganarme enemigos, o opto por el camino de la X continua, poco a poco, pero con todos, hacia la vida, dando y recibiendo, a todos y de todos.

Por aquí creo que va esto. Prueba a perder, y ganarás. Prueba a buscar la felicidad de otros, y te encontrarás con la tuya. La felicidad te seguirá, como sigue la cola al perro cuando se lanza hacia otras cosas, pero… ay del perro que quiere alcanzarse la cola, comenzará a girar en el vacío hasta caer exhausto. Pobrecito. Perdió.

 

 

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