Disfrutar y asumir la realidad – Iñaki Otano

Iñaki Otano

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía.

Todavía estaba hablando cunado llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”.

Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. (Lc 9, 28b-36)

Reflexión:

Al pasaje de este texto evangélico había precedido una fuerte discusión dentro del grupo de seguidores de Jesús. La chispa de la crisis había sido el anuncio de Jesús de que iba a sufrir mucho y la llamada a sus discípulos a “tomar la cruz de cada día y seguirle”. Pedro se había rebelado e incluso increpó a Jesús. Este respondió enérgicamente. El ambiente era tenso.

Para ayudar a sus discípulos a estar dispuestos a llevar la cruz, hace vivir a Pedro, Juan y Santiago una experiencia gratificante. Les invita a subir al monte y orar con él. Mientras oran, tienen una experiencia maravillosa que hace exclamar a Pedro: “¡qué bien se está aquí! Vamos a quedarnos aquí”. Pedro prefiere quedarse y no volver a la lucha diaria

También a nosotros Jesús nos invita a subir al monte. Nuestros problemas personales y de convivencia, nuestras fatigas, nuestras depresiones  no deben abatirnos como si nuestra existencia fuese solo eso, Cuando se piensa solo en lo negativo y en lo que la vida tiene de sacrificio, se olvida que todo eso está llamado a ser transfigurado en un proyecto de amor más grande.

La vida es más hermosa de lo que aparece en los momentos de oscuridad o de tensión excesiva. Encontraremos fuerzas para llevar la cruz de cada día si valoramos y cultivamos los aspectos positivos de la vida.

También en le educación, la exigencia debe ir acompañada del aliento, del estímulo, del rostro amable, de las actividades gratificantes.

La tentación de Pedro era quedarse en este momento ideal – vamos a quedarnos aquí, que se está muy bien… – para no afrontar la realidad de cada día. Por eso, dice el evangelio realistamente que no sabía lo que decía.

A cada uno de nosotros las experiencias de la vida nos han podido llevar a ser naturalmente optimistas o bien pesimistas; audaces o bien temerosos ante las dificultades. Puedo ser también tan idealista que descuide las acciones concretas que la vida me pide, o puedo ser tan excesivamente realista que no soy capaz de mirar más arriba y más allá de mis preocupaciones personales inmediatas. Cada uno debe ver en sí mismo si permanece demasiado abajo sin subir nunca al monte, o bien si se queda siempre arriba para no encontrarse con las realidades de aquí y asumir las propias responsabilidades.