
Luis Manuel Suárez
luismanuel@claretianos.es / @luismanuel_cmf
Vivimos en un mundo veloz. Esto trae posibilidades, pero también riesgos. Movidos por la velocidad, los agentes de pastoral y los jóvenes podemos haber perdido el gusto por la lectura y la reflexión. Y es que no se puede vivir de eslóganes… Por ello, un buen propósito para este tiempo podría ser leer algún texto interesante y después reflexionar con otros. Cada cual verá qué es lo que más necesita. Desde el tema de esta sección, hago una propuesta: una lectura tranquila de Christus Vivit, la «carta» que el papa Francisco dedicó a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios en el proceso sinodal sobre «los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». Se puede encontrar publicada o en internet (en el código qr de esta misma página). En este apartado de la revista, en los próximos números, nos vamos a centrar en el capítulo 8, sabiendo que cada capítulo solo se entiende bien desde el conjunto. Si ya lo has leído, puede ser un buen repaso. Si aún no lo has leído… ¡este puede ser el momento!
Efectivamente, Dios tiene un plan para ti… y empieza por «v». Para quienes se nos ha regalado el don de la fe, la vida no es fruto del caos, aunque en ocasiones perdamos el hilo; la vida no es un sinsentido, aunque a veces tengamos más preguntas que respuestas. Nuestra vida es una llamada que pide una respuesta; es un camino que busca una meta; es un plan precioso para cada persona, en interdependencia con los demás y con el mundo, desde un amor personal que nos sostiene y nos envía… Dios tiene un plan, y a ese plan lo llamamos «vocación»: una vida vivida con valor y con verdad.
El capítulo 8 de Christus Vivit (ChV) parte de una perspectiva amplia de la vocación (ChV 248-249). Y es bueno que sea así. Porque, con el Evangelio en la mano, todos tenemos una «vocación»: somos llamados a la vida, el primer regalo que se nos da a modo de libro en blanco sobre el que aprender a ir escribiendo, entre ensayos y errores; somos llamados a la amistad con Jesús, el Dios–con–nosotros que fue niño, joven, adulto… y cuya presencia puede hacer nuevas todas las cosas, también los cruces y las cruces de la vida; y somos llamados a la santidad, es decir, a vivir con autenticidad, pareciéndonos a Jesús, viviendo desde Dios para los demás. Luego vendrá la manera en que cada uno concreta su vocación, pero esa triple llamada (a la vida, a la fe y a la santidad–misión) la compartimos todos los bautizados.
Francisco subraya en su carta la llamada común a la santidad, que en el proceso sinodal aparece con fuerza al final del Instrumento de trabajo y del Documento final. Él mismo nos ha ofrecido otro escrito valioso sobre este tema, titulado Gaudete et exultate («Alegraos y regocijaos»), que podría ser otra buena lectura para estos meses. Aunque en Christus Vivit aparece aplicada a los jóvenes, la santidad es un tema transversal para toda persona creyente, sea cual sea su edad o condición.
En resumen: Dios tiene un plan precioso para cada uno, y a ese plan lo llamamos «vocación». Descubrirlo o reconocerlo, y empezar a vivirlo, es un regalo y un reto para toda persona, especialmente en el tiempo de la juventud. ¿Te lo crees?
El #Tweet de Francisco: «Queridos jóvenes: no renunciemos a los sueños grandes (…). El Señor no quiere que recortemos los horizontes, no nos quiere aparcados al margen de la vida, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia» (De la homilía de la misa para la entrega de la cruz de la JMJ, 22 de noviembre de 2020).
Para preguntarME / Para preguntarNOS:
- Después de leer esta reflexión (y, si es posible, Christus Vivit 248–249), ¿cómo explicarías con tus propias palabras lo que significa «vocación», en cristiano?
- ¿En qué punto te sientes actualmente respecto a tu vocación? ¿En búsqueda, en stand by, en desarrollo, en crisis…?
Descarga el articulo en pdf RPJ 546 – febrero 2021 – Dios tiene un plan para ti – Luis Manuel Suárez