Dios no es carga sino ayuda – Iñaki Otano

Domingo 14 del tiempo ordinario (A)

 

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo; y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.  (Mt 11, 25-30).

Comentario:

Si las cosas de Dios están escondidas a los sabios y entendidos, ¿es mejor permanecer en la incultura, abandonar todo intento de saber? Sería un agravio a los sencillos decirles que están mejor sin enterarse de nada. La desidia no es sencillez. Cuando uno es sencillo de verdad, procura desarrollar sus potencialidades, sin alardear ni creerse superior, y se reconoce limitado, abierto a lo que le enseñen los demás, tengan o no títulos.

Una de las cosas que el sencillo aprende es que Dios no es un eterno aguafiestas, enemigo de toda expansión y alegría. Sería una mala educación religiosa la que dijese al niño: “Dios te va a castigar” o “el Niño Jesús está enfadado contigo”. Es la idea de un Dios de pocos amigos, refunfuñón, que siempre está renegando.

Así lo presentaban los que se consideraban “sabios y entendidos” en tiempo de Jesús: Dios era una carga.

Y cuando se ve a Dios como una carga, se siente necesidad de liberarse, de quitarse el peso de encima. Más de un alejamiento de Dios se ha producido porque no se podía resistir esa presión de un Dios visto como enemigo de la felicidad humana.

Jesús dice que esa manera de ver a Dios como una carga es una falsa visión. Dios es todo lo contrario: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Jesús y su cercanía deben significar un alivio, no una carga.

Cargar con el yugo de Jesús no significa cargar con un montón de normas y minucias insoportables, sino asumir la vida – lo que tiene de fatiga para conseguir unas metas y también lo que tiene de gozo – con el espíritu de Jesús.

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Encontraréis vuestro descanso si sois mansos y humildes de corazón: Es decir, si en vuestros conflictos no os dejáis llevar por el afán de venganza ni por la arrogancia: seréis felices si la violencia no se apodera de vuestro corazón.

Dice además Jesús: Mi yugo es llevadero y mi carga ligera. Él no es una carga para nadie. Ser seguidor suyo supone unas exigencias, pero estas son como el esfuerzo del montañero o del atleta para llegar a la cima o a la meta. Nadie nos espera con un palo al final de la travesía sino que el mismo camino se hace más llevadero con el amigo y con el aliciente de que se va en la buena dirección, aunque no se tengan a mano las soluciones para cada problema.