Fernando Negro
Apaciguarse. Se apacigua quien se conecta con el remanso de paz infinita que llevamos dentro. Sólo el apaciguado puede convertirse en pacifista, porque nadie da lo que no tiene. Apaciguar es el arte de contagiar la paz interior a los demás.
Paz, pacifismo, pacífico, pacifista… todo nos lleva a la misma esencia que nos habita. La paz es don y tarea. Damos la paz, y la paz se nos da. La recibimos si de verdad somos humildes. Una vez recibida estamos llamados a compartirla.
El apaciguador no lo tiene nada fácil, pues ha de conectarse con la paz que le habita, serenar todo su ser (mente, espíritu, cuerpo, pensamiento, voluntad…) y salir afuera para ser testigo de que la paz nace de la verdad. También de la verdad nace la libertad.
Gandhi llamó al movimiento pacifista por él creado ´la Satya-graha´, que significa ¨la persistencia de la verdad¨. No hay que callar la verdad, sino proclamarla. Y cuando la proclamamos, más allá de nuestros miedos, nace la libertad, de cuyo seno nace el amor.
Esto que es tan bello, resulta difícil de vivirse, porque tenemos miedo, porque son los miedos los que muchas veces controlan nuestro destino. Pero Cristo –nuestra Paz- sale a nuestro encuentro y nos susurra al oído: ¨Paz. No tengas miedo. Soy yo¨. Te invito a meditar en esta bella canción que nos invita a destapar nuestros miedos y mentiras delante de un Dios que apacigua nuestra ansiedad por medio de su amor incondicional.
Señor, Dios mío, déjame verte,
déjame palpar ahora tu amor
ya que he oído en mí tu voz y sé que vives.
Señor, Dios mío, siento una tormenta.
El mundo me presenta todo tipo de amor
y no hay ninguno que me pueda colmar.
Pero no soy libre.
Líbrame de la mentira que tengo,
de pensar que puedo algo
sin anclarme en Ti
Líbrame, con tu amor de Padre,
con tu poder de rey de la vida y del amor,
venga tu Reino sobre mí.
Señor, Dios mío, sé que me escuchas,
mi corazón frío, ante tu voz,
cobra el latido y el calor con tu palabra.
Señor, Dios mío. en Ti me abandono
no temo mostrarme como soy,
Tú eres mi amigo, mi amor, en Ti confío.
Señor, Dios mío siempre presente
no necesito más pruebas de amor
porque hay fuego en mi corazón
cuando escucho tus palabras.
Señor, Dios mío, ¿quién soy sin ti?
alfarero de toda la tierra,
compañero de toda la vida en Ti confío.