DÍA 55 – Fernando Negro

Cuando aprendemos a pensar diferente acerca de nosotros mismos, en otras palabras, cuando aprendemos a tener una nueva percepción de lo que somos y valemos, es entonces y solamente entonces, cuando comenzamos a cambiar en dirección de crecimiento hacia lo que podemos ser.

En el camino, como decíamos en otra ocasión, vendrán las ‘noches oscuras’ que nos comunicarán con voces de sirenas que es tiempo de desistir del empeño, que no vale la pena complicarse la vida. Es precisamente en esos momentos cuando, si somos fieles al camino de transformación emprendido, se asentarán de verdad las raíces de nuestro nuevo nacimiento.

El ejemplo del águila, reina de todas las aves, puede ser una inspiración en momentos de duda y tiniebla: “El águila no se escapa de la tormenta. Simplemente usa la tormenta para levantarse más alto. Se levanta por los vientos que trae la tormenta. Cuando las tormentas de la vida nos vienen -y todos nosotros vamos a pasar por ello- podemos levantarnos por encima, poniendo nuestras mentes, nuestros corazones y nuestra fe en Dios.”

Es en el dolor donde de verdad se forja nuestro carácter. No el dolor masoquista infligido para calmar oscuros y escondidos sentimientos de culpa malsana, sino el dolor necesario mientras se va forjando la novedad de lo que de verdad somos. Las dificultades de la vida pueden convertirse en elementos que, trabajados en el laboratorio de la vida, den como resultado una belleza nueva que nace del interior.

 Teresa de Calcuta sufrió una “noche oscura” atroz, de nada menos que 50 años; junto a esta experiencia de sentirse lejos y abandonada de Dios, Madre Teresa sufrió de interpretaciones y críticas malignas. Escribió en su diario íntimo: “Me parece que hay quienes dicen que no tiene sentido que trabajemos entre los más abandonados, que los grandes, los intelectuales y los ricos están dispuestos a todo y que es mejor estar con ellos… Me llaman la monja de los suburbios, y me siento feliz de serlo por amor suyo y para su gloria”. Desgranemos algunas de las expresiones salidas del corazón mismo de Teresa de Calcuta en las que presenta su estado interno de desolación:

Desgranemos algunas de las expresiones salidas del corazón mismo de Teresa de Calcuta en las que presenta su estado interno de desolación:

–              “¡Qué tortura y qué soledad tan intensa he sentido hoy! Me pregunto por cuánto tiempo podrá mi corazón sufrir todo esto (año 1949).

–              “Por favor, monseñor, rece por mí especialmente para que yo no  destruya el trabajo del Señor y para que Él se me manifieste, porque tengo dentro de mí una oscuridad terrible, como si todo a mi alrededor estuviera muerto. Más o menos esta situación ha sido permanente desde el comienzo de “la obra”. Pida al Señor que me dé fuerza (año 1953).

–              Mi alma está en una profunda noche y desolación. No, no me quejo. Que Él haga lo que le parezca mejor (año 1954).

–              No entiendo nada, pero es que hay una soledad tan grande en mi corazón que no puedo ni describirla… ¿Hasta cuándo estará ausente Nuestro Señor? (año 1955).

–              Rece por mí pues lo que llevo dentro es puro frío congelado. Sólo la fe ciega me conduce ya que todo en mí es oscuridad. En realidad  hasta que el Señor quiera yo no cuento para nada (año 1955) .

–              Por favor, rece por mí que ojalá Dios levante esta oscuridad de mi alma aunque sea por unos pocos días. Porque a veces siento una agonía de desolación tan grande y a la vez un deseo tan profundo del Ausente que la única oración que puedo hacer es ésta: “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Quiero saciar tu sed de almas” (año 1956).

–              En  “la llamada” Tú me dijiste que iba a sufrir mucho. Han pasado diez años, mi Jesús, y se ha cumplido en mí tu deseo” (año 1959).

–              Si supiera cómo ansío encender el fuego de amor y paz en todo el  mundo. Pida por mí para que Él me use a fondo (año 1969).

–              No son la tuberculosis ni el  cáncer las auténticas enfermedades. Creo que el mayor mal es el no ser deseado ni amado. La pena que esta gente sufre es muy difícil de comprender y penetrar (Madre Teresa al Sínodo de los Obispos en octubre de 1980).