Otro aspecto importante en nuestro crecimiento relacional con otros es la consciencia social. Se trata de hacernos conscientes del mundo emocional de las personas con quienes interactuamos. Ello requiere o presupone la autoconciencia del mundo emocional nuestro. De hecho podemos decir que solamente puedo encontrarme con un tú si previamente me he encontrado con el yo que todos llevamos dentro.
No se trata de mimetizarse con el mundo de sentimientos y pensamientos de la otra persona, sino de percibirlo intuitivamente, aunque mi mundo personal para nada coincida con el suyo. Ello requiere una gran dosis de observación de las reacciones y las interacciones que otros tienen con sus semejantes.
Cuando aprendemos el arte de la consciencia social, podemos desarticular el mundo de nuestras dependencias adictivas hacia personas que, creyendo que nos ayudan, en el fondo obstruyen nuestro campo de autonomía. Además aumenta en nosotros la capacidad de comprender a quienes sufren, de animarlos y de motivarlos para que, a su vez, crezcan en autonomía y asertividad emocional.
A través de la consciencia social valoramos más hondamente al otro y somos más capaces de escuchar con el corazón, dándoles no solamente más cantidad de nuestro tiempo cuando lo necesitan, sino también más calidad en la percepción de su mundo.
Hay mucha gente que se siente frustrada al experimentar que generalmente no son escuchadas ni honradas por aquellos que deberían prestarles más atención. Es el caso de doctores que caen en la rutina, de sacerdotes que son más administradores que pastores, de líderes que han caído en la mediocridad de la maquinaria burocrática, de los amigos que han desgastado su capacidad de conectarse corazón con corazón, etc.
Es bueno que nos examinemos acerca de la capacidad de simpatía y empatía en la vida ordinaria. ¿Qué suelen decir otros acerca de la calidad de nuestra escucha? ¿Me involucro realmente en la narrativa de aquellos que vienen a contarme sus historias de vida? La respuesta a estas y otras preguntas revelan mi capacidad o incapacidad para la consciencia social.
Jesús de Nazaret fue la persona por antonomasia capaz de meterse en los otros hasta el punto de marcar un antes y un después en sus vidas. Haberse encontrado implicaba una nueva revelación de la valía personal. Esa revelación originaba la revolución de una auto percepción personal desde el amor incondicional, y así se desataba el milagro que en muchas ocasiones iba acompañado de una sanación física o fisiológica.
PALOMA DE LA PAZ
“Aquí estoy, una pobre paloma de la paz, enviada a la tierra para una misión imposible. Pero no tengo miedo de posar para las cámaras, cerca de donde posan los desfiles militares. Sé muy bien que un día las armas serán silenciadas con el poder del amor. Mi nombre es ‘Libertad’… ‘Libertad’ es mi estilo de vivir. Busco el ramo de olivo olvidado en algún lugar. Quiero devolverlo al Arca de cada corazón humano. Esta es mi ‘misión imposible’. Posando cerca de los soldados quiero decir al mundo entero que es posible ‘un mundo nuevo’ si de verdad nos atrevemos con el sueño imposible”.