DESEAMOS EL AMOR RPJ 562Descarga aquí el artículo en PDF
Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa
Todas y todos deseamos profundamente vivir experiencias de amor, de confianza y de intimidad. Es normal, puesto que Dios nos ha hecho para esto. En las relaciones así nos sentimos felices y llenas, con una gran alegría por estar vivas, con ánimo y esperanza para el futuro, con proyectos e ilusiones.
El deseo de amor nos hace extremadamente vulnerables, porque no lo podemos saciar nosotras mismas. Como todo lo importante, no lo conseguimos por nuestro empeño, sino que nos es regalado, nos llega en un momento de la vida.
Sin embargo, no nos gusta mucho esperar, y constantemente nos estamos comparando con otras personas. Nos fijamos más en los modelos del exterior que en lo que hay en nuestro interior.
El deseo de amor nos hace extremadamente vulnerables
Es normal, todo nos empuja a ello: las amistades, la familia, las series y películas, las redes sociales, nos ponen constantemente modelos de cómo ser felices. Así nos vamos desconectando de los deseos profundos de nuestro corazón, y adoptamos unos deseos que no son los nuestros y que queremos satisfacer a toda costa.
Entonces nos volvemos impacientes por tener pareja, grupos de amigos, personas de confianza… Como decíamos, estas cosas nos llenan la vida, pero solo cuando nos llegan como un regalo de Dios. Cuando estamos desesperadas por conseguirlas, nos desconectamos de nuestro interior, y estamos dispuestas a pagar un precio muy alto. Tan alto como sufrir abusos.
Abusos… más cerca de lo que parece
Probablemente la palabra «abuso» te suene muy fuerte, y lo es. Enseguida podemos pensar en agresiones sexuales a niños, o en mujeres aterrorizadas por sus parejas, o en alguien sometido a otra persona que controla su vida. Sin embargo, hay un camino hasta llegar a esos ejemplos de abuso tan graves. Los abusos empiezan con ciertos modos de relacionarse que quizás normalizamos y nos llegan a parecer inevitables.
Como ya habrás experimentado, el mundo de las relaciones es muy complejo, y pocas veces nos enseñan con sensatez a movernos por él, a poner nombre y a afrontar las situaciones y lo que se mueve en nuestro interior.
Los abusos surgen en las relaciones que no han empezado y crecido desde la libertad, la sinceridad y el respeto. Somos susceptibles de sufrir abusos por parte de nuestra pareja, de alguien con quien mantenemos una relación sentimental, de un amigo/a, de alguien con autoridad en nuestros grupos (acompañante, animador/a, sacerdote, religioso/a…), de una persona adulta con quien hablamos…
Todas estas relaciones, cuando son sanas y libres, son profundamente buenas y nos pueden ayudar y llenar la vida. Sin embargo, en algunos casos pueden tener matices que las hacen peligrosas, porque, tal vez sin darnos cuenta, van destruyendo nuestra dignidad.
Despiertas ante los abusos
Nos relacionamos desde lo que somos. Por lo tanto, a veces seremos todavía inmaduras/os, o estaremos en momentos de fragilidad, y por eso nos apoyaremos mucho en otras personas. Sin embargo, hay algunas líneas rojas que si se cruzan con frecuencia en una relación nos están indicando que en ella puede haber algo de abusivo. Por ejemplo:
- Cuando estoy con esa persona, me siento feliz y libre, pero pasadas unas horas o unos días siento angustia, malestar y opresión.
- Esa persona me pide hacer cosas de las que no estoy convencida, pero lo hago por no perder la relación.
- Veo que hay algo en nuestra relación que no está bien, pero creo que tengo que aceptarlo para un bien mayor que llegará.
- Escondo a los demás algo de esta relación: la frecuencia con que nos vemos, las veces que nos quedamos solos, los temas de que hablamos…
- Me siento importante porque tengo un secreto con esa persona, porque los demás del grupo no tienen con esa persona la confianza especial que tengo yo.
- Siento que habría preferido no llegar hasta aquí en esa relación, pero ahora no sé cómo dar marcha atrás.
- Debido a la relación con esta persona, estoy más aislada y mis amistades me sienten lejana y poco comunicativa.
¿Te resuena algo de esto? Quizás te pueda ayudar a identificar alguna relación de abuso que hayas sufrido tú o un amigo o amiga.
Dios nos da la serenidad, la paciencia y la confianza para esperar aquello que tanto deseamos
¿Cómo salir de una relación de abuso?
Todos y todas somos capaces de discernir si una amistad, una relación sentimental o una relación de acompañamiento es buena o no. También podemos encontrar la fuerza para salir de ella si vemos que nos está enredando fuera de nuestra voluntad. Y, finalmente, Dios nos da la serenidad, la paciencia y la confianza para esperar aquello que tanto deseamos, sin rebajar nuestra dignidad, sin sacrificios que nos duelen, sin medias verdades.
En una relación de amor, confianza e intimidad:
- No tengo que esconder nada a terceras personas, sino que comparto la alegría que me da esta relación.
- No estoy siempre pendiente de cumplir la voluntad de la otra persona.
- Me siento convencida de los pasos que doy, de cómo avanza la relación.
- La relación me llena en el presente, no son solo promesas para el futuro.
- Me deja una alegría que dura.
- Siento que me respetan y me dicen la verdad.
- Recibo perdón y comprensión, no condescendencia.
- Decido, opino, elijo, soy escuchada.
- Siento descanso y alivio, no me siento atrapada.
«Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor» (Sal 27,14)
Dios nos ha creado con una gran dignidad que en ocasiones nosotras mismas nos quitamos y dejamos que nos quiten demasiado fácilmente. Dios nos quiere regalar la plenitud y, a veces, nos rebajamos y nos contentamos con migajas de satisfacción que no duran nada. Como el pueblo de Israel que, al encontrarse libre, pero todos los días con la misma comida en el desierto, se quejaba así:
«¡Quién nos diera carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, y de los pepinos, y melones, y puerros, y cebollas, y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná» (Núm 11,4-6).
Dios nos hace vivir el amor, nos quiere dar lo mejor, lo más profundamente mejor, pero nos pide que confiemos y esperamos el momento y las personas adecuadas.
Para prevenir abusos…
- Escúchate: se sincera/o contigo para aprender a distinguir qué es lo que realmente quieres y es bueno para ti, de lo que haces solo porque otros te llevan a ello.
- Atrévete a decir NO: claramente, valientemente, porque tú eres capaz de decidir y en ti está la fuerza para elegir.
- Comparte con quien SEGURO que te quiere: aunque te dé vergüenza, aunque no sepas por dónde empezar, aunque no sepas explicártelo ni a ti misma, aunque te sientas culpable. La verdad tiene mucha fuerza y te abrirá caminos insospechados.
Es como si Dios nos dijera a cada una: «Aunque todavía no estés preparada, te he hecho para volar: no renuncies a tus alas, cuídalas, conócelas, quiérelas… y yo te daré el vuelo. Deja crecer lo que hay en ti, a su tiempo, y conocerás el amor».
Para escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=h4Syxtfkigg
Dios nos hace vivir el amor, nos quiere dar lo mejor.