¿De qué huyes, pequeño?
¿De qué te protege tu madre desesperada? ¿Qué pesadillas, qué hombre del saco, qué amenazas asustan más que este viaje sin futuro?
Ingenuos mis ojos, que no vieron tales monstruos.
Ingenua de mí, que no imagino tal miedo.
He llorado por ti, pequeño, no lo sabrás nunca. Por tu silueta de muñeco roto flotando sobre el mar, oscureciendo el mar, entristeciendo el mar.