DE PUERTO MALDONADO AL SINODO PANAMAZONICO – Miguel Jaimes

El Amazonas es un patrimonio natural y cultural de la humanidad. La cuenca del río Amazonas y la selva que la circundan nutren los suelos y regulan los ciclos del agua, la energía y el carbono a nivel planetario.

El primer contacto que tuve con esta bella región fue en Madre de Dios en el Perú con las Misioneras Dominicas del Rosario, una Congregación que fue fundada hace 100 años en este lugar y que ha extendido su misión a diferentes países del mundo. A las hermanas misioneras siempre les ha preocupado la situación de las comunidades que habitan allí y especialmente la condición de las mujeres y los jóvenes.

Una visita llena de esperanza y solidaridad

En este contexto, el Papa Francisco realiza su visita apostólica al Perú en enero del 2018 escogiendo Puerto Maldonado como su primera parada a quienes les expreso el siguiente saludo: “Nos decían: «Nos visita en esta tierra tan olvidada, herida y marginada… pero no somos la tierra de nadie». Gracias por decirlo: no somos tierra de nadie. Y es algo que hay que decirlo con fuerza: no son tierra de nadie. Esta tierra tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes”.

Efectivamente, los nombres de Lourdes, Zully, Gloria, Pamela, Monseñor David, Yesica, Pablo, Jesús y Azucena son algunos rostros concretos de mujeres y hombres que han entregado parte de su vida para acompañar como presencia de una iglesia comprometida y solidaria que les brinde esperanza y camine con ellos en sus luchas.

El Encuentro del Papa Francisco con la gente de Madre de Dios y otras regiones del Perú ancestral que viajaron muchas horas para esta importante cita estuvo marcada por la alegría, la fiesta, la danza, el colorido y la diversidad de rostros nativos de la amazonia y la sierra peruana. Hombres y mujeres nativos tuvieron participación con unas palabras para el Santo Padre denunciando las injusticias de foráneos que quieren apoderarse de sus territorios: “Cortadores de árboles, los buscadores de oro, las compañías petroleras. Ellos entran a nuestros territorios sin consultarnos. Le pedimos que nos defienda. Si logran quitarnos nuestras tierras podemos desaparecer”

Y la iglesia ¿Qué responsabilidad histórica asume frente a los retos que han surgido de esta crisis socio ambiental? La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) es una iniciativa concreta que busca reunir los esfuerzos de personas, grupos e instituciones en la defensa de los territorios que comparten los 9 países intercambiando información, ofreciendo capacitación técnica y formación pastoral, realizando denuncias y acompañando en la organización y movilización de las comunidades.

Un sínodo amazónico como signo de esperanza

El Sínodo se celebró en Roma en un encuentro fraternal de 21 días en octubre 2019. El clima fue de intercambio abierto, libre y respetuoso de los obispos pastores en la Amazonía, misioneros y misioneras, laicos, laicas, y representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía. Luego de una seria y profunda preparación que implico la escucha activa y empática a las comunidades se desarrolló el Sínodo en un ambiente de confianza, libertad de expresión y reflexión conjunta.

La conversión, un llamado primordial para la iglesia y la sociedad

Uno de los actos más significativos ha sido el pacto de las catacumbas por la Casa Común, firmado por los asistentes al Sínodo como un compromiso sagrado por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y servidora, profética y samaritana. Contiene quince compromisos, que pretenden mostrar “un sentimiento de urgencia que se impone ante las agresiones que hoy devastan el territorio amazónico, amenazado por la violencia de un sistema económico depredador y consumista”

El documento final hace un llamado urgente a la conversión expresada a distintos niveles: pastoral, cultural, ecológica y sinodal. Una trasformación que tiene que surgir desde el interior buscando proyectar el Ser y el Hacer como iglesia misionera.

Los jóvenes son un tema importante y a ellos se refieren en el documento Sinodal: “Ellos viviendo en el gran territorio del Amazonas, tienen los mismos sueños y anhelos como otros jóvenes en este mundo: ser considerados, respetados, tener oportunidades de estudio, trabajo, de un futuro de esperanza. Pero viven una intensa crisis de valores, o una transición hacia otros modos de concepción de la realidad, en donde los elementos éticos están cambiando, incluso para los jóvenes indígenas”.

Si, allí están ellos y ellas con rostro concretos que esperan una respuesta efectiva, consciente y transformadora que los incluya, los promueva en su identidad amazónica y les brinde alternativas reales para cumplir sus sueños vitales.

Esperemos que el Sínodo de un impulso misionero profético que acompañe de manera más efectiva y cercana a los territorios amazónicos y sus comunidades. Esa es la esperanza.