CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO, TIEMPO DE SUEÑOS Y BIENVENIDAS: – Juan Carlos de la Riva

Lo primero, apaguemos la cabeza y sus cálculos.

Se podría hablar mucho de la situación en la que el Espíritu de Dios le ha puesto al pobre José. Su novia, prometida públicamente, embarazada sin que él haya intervenido. Vaya jugarreta del Espíritu y vaya cabreo y desilusión. Yo me imagino al hombre bien enamorado (porque quién no se va a enamorar de María, si lo hizo hasta el mismo Dios), confundido, rabioso, queriendo asesinarla y al mismo tiempo llorando el duelo del amor tan bonito que iban llevando.

Seguramente no podría dormir, porque su cabeza iba funcionando a 150 por hora. Ay, la cabeza, llena de prudencia y cordura, llena de razones y conclusiones… Qué estaría pensando en sus noches de insomnio este buen hombre.

La cabeza estaría haciendo sus cálculos, pues es experta matemática: las burlas y críticas que le vendrían encima, el orgullo de macho herido por un engaño que merecía un castigo proporcional y justo, la pérdida de confianza en aquélla muchachita, que le podría volver a engañar y a mentir… La cabeza hacía sus cálculos, y José no se dormía.

Menos mal que por fin se durmió, en alguna de esas malas noches le venció el cansancio, y la cabeza dejó de funcionar. Si no hubiera sido así, Dios no habría podido intervenir como lo hizo, aprovechando su sueño.

No está mal pensar que hay veces (no siempre, claro) en que para que Dios nos hable y nos oriente, tenemos que dejar la cabeza a un lado, y hacer caso a lo menos consciente de nosotros, lo más impulsivo, los pálpitos del corazón, los sueños locos… porque… ¿no era un sueño loco echar para adelante con esa relación, en aquél mundo machista controlado por las costumbres de pureza y rito?

Así que, primera enseñanza de hoy, fiarnos de ciertos momentos de locura y de irracionalidad que a veces nos dan, y que son buenos porque son de Dios.

Lo segundo… ¿nos interesa que Dios venga con nosotros?

Si hiciéramos una encuesta… Oiga… ¿le interesa que Dios venga a su casa esta navidad? ¿qué nos dirían? Dios, Dios… eso tan medieval que hizo quemar a gente en la edad media, dirían algunos… otros Dios, Dios… eso tan poco científico, propio de fanáticos y fundamentalistas, dirían otros. Dios, Dios… ¿eso que me obligaban de pequeño y de lo que me liberé, porque así no tengo que dar cuentas a nadie? Dios, Dios…

Uy, y si usted me dice que Dios está en el pobre que viene en patera, y me cuenta lo de que no tienen sitio en la posada, y que tal y que cual, en plan progre… peor todavía… ¿cómo voy a meter un africano en mi casa?

Leemos este pequeño cuento de una religiosa, Margaret Halaska.

 

Jesús tenía muy claro que entrar en la casa de otra persona era símbolo de intimidad, y elegía el rito de comer, y charlar mientras se come, porque sabía muy bien que ello era garantía de serenidad, de relajación, de ausencia de prisas… Y todo comenzaba «llamando a la puerta».

En esta Navidad, Jesús llamará, una vez más, a nuestra puerta. Y sólo entrará si se la abrimos. Sería una pena que, una vez más, nos pareciésemos a aquel insensato del soneto de Lope de Vega: «Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana»… Que sigamos el ejemplo de Zaqueo, que le recibió en su casa y cenó con él.

El apóstol Juan, en el libro del Apocalipsis, expone con claridad meridiana la oferta de Dios: «He aquí que estoy junto a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo».

 

La importancia de ser Nosotros.

Pero hay en esta historia de Navidad todavía otra cuestión: el con nosotros.

Porque no dice contigo, conmigo… Dice con nosotros. Como el padrenuestro dice Nuestro.

Ay… ¿tenemos un nosotros? ¿Existe el nosotros? ¿Cuidamos el nosotros?

 

¿No será que Dios no llega si no hay un nosotros? ¿No será que Dios no me hace falta si no tengo un gran nosotros mundial que construir? ¿No será que Dios tiene muy difícil escalar los muros de los satisfechos, las concertinas de los acomodados en su egoísmo?

Si algo bueno nos puede traer la Navidad es el recordatorio de que es urgente vivir un continuo nosotros que vaya creciendo y llene el mundo. Podemos empezar con nuestra familia, en nuestra mesa, claro que sí. Pero acordémonos también de los pobres, y de los que nos cuesta querer, y de los solos…

Hubo en el portal un nosotros inmenso, y estamos invitados a él. Dios invita y quiere quedarse con nosotros. Le diremos como los discípulos de Emaús “Quédate con nosotros”.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.