CUARESMA: RENACER A LA VIDA – Hna. Carmen Herrero

Hna. Carmen Herrero

Cuaresma 2024. Este año la Cuaresma casi nos ha cogido de sorpresa, pues rápidamente hemos pasado de la Navidad a la Cuaresma, sin tiempo para disponernos a este cambio litúrgico que requiere una disposición interior distinta. El mensaje del papa Francisco para esta Cuaresma lo titula: “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”. Conseguir la libertad es una de las metas de Cuaresma.  La Iglesia nos propone 40 días de desierto y nos acompaña con la liturgia, la Palabra, la oración y el ayuno hacia la verdadera libertad.

Jesús se retira al desierto a orar, y los cristianos estamos llamados a seguirle. Jesús sabe que el acontecimiento central de su vida se avecina y quiere disponerse para vivirlo desde el interior, en unión con su Padre. Jesús se prepara, para asumir su misión, desde la intimidad filial de Hijo totalmente abandonado en las manos de su Padre. En los evangelios vemos como Jesús, en su vida pública, se retira a orar a solas en los momentos de tomar decisiones importantes. Él nos enseña la importancia y la necesidad de orar a solas en unión con su Padre. La oración es muy buena consejera para discernir y tomar las decisiones a la luz del Espíritu. Además, la oración fortalece la voluntad para llevar adelante la misión que se nos ha confiado. La oración para el cristiano es luz y guía. Jesús no ora para hacer el vacío en sí mismo ni para encontrarse relajado y bien, como muchas de las corrientes de meditación de nuestro tiempo, sino para vivir la unión amorosa y abandono filial con su Padre.

La Cuaresma es, ante todo, una experiencia interior, mística. La Cuaresma va orientada a la transformación del corazón, a ese renacer de nuevo, a pasar de la muerte a la vida. Dice el papa Benedicto: “Con la imposición de la ceniza renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y hacer el bien, para hacer que muera nuestro «hombre viejo» vinculado al pecado y hacer que nazca el «hombre nuevo» (Ef 4,22s) transformado por la gracia de Dios”.[1] Este es el verdadero sentido de la Cuaresma: dejarnos engendrar de nuevo por la acción divina del Padre que nos ama y quiere que renazcamos a la vida nueva por los méritos de su Hijo, muerto y resucitado por la salvación del mundo.

La Cuaresma es camino que nos conduce a la Pascua, el acontecimiento central de los cristianos. Todos estamos llamados a prepararnos para celebrarla en toda su plenitud. Pascua, paso, cambio de vida, conversión del corazón. Si así vivimos la Cuaresma en toda su profundidad, también viviremos con gozo el misterio Pascal.

La Cuaresma muy lejos de ser un tiempo de tristeza, todo lo contrario, es tiempo de gracia orientada hacia el futuro, es decir, hacia la Pascua, que es la alegría sin fin. Desde esta perspectiva pascual “podemos caminar, de pascua en pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8, 24)”[2]. “Más que tristeza, que en Cuaresma se vea la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas”.[3]

Hemos de decir que la Cuaresma no es un tiempo “folclórico religioso y turísticos”, la Cuaresma es algo más que las cofradías, procesiones y tambores etc.… Todo eso puede ser un medio para vivir y transmitir el verdadero mensaje de Cuaresma, de Semana Santa. Pero la Cuaresma es algo más profundo, más bíblico, místico y comprometido que todas esas manifestaciones exteriores, y que todo el arte que pueda procesionarse por las calles. El arte es didáctico, catequético, evangelizador, él puede ayudar a dar el salto de la representación a la vivencia del misterio que representa. De hecho, actualmente se está trabajando la espiritualidad de las cofradías para darles un alma, para unir la manifestación externa del misterio que celebramos con la vivencia interna de la fe.

Me atrevo a decir que estamos llamados a actualiza la vivencia cuaresmal en nuestras comunidades parroquiales, de manera creativa, dejando muchos ritos y prácticas piadosa que no tiene sentido para las nuevas generaciones, y centrándonos en lo esencial del misterio: en la Palabra encarnada que es Jesucristo. En él debemos poner nuestra mirada y nuestro corazón para seguirle y, con su ayuda, encarnar su compromiso de vida. Compromiso que le llevó a la cruz, a morir como un malhechor, y todo ello por puro amor y entrega incondicional para salvar al género humano.

Uno de los mensajes de Cuaresma es aprender a amar como somos amados por Jesús. Si realmente vivimos este amor, la esperanza se abre cara un mundo nuevo: más humano, más justo y fraterno, donde podamos vivir la fraternidad universal de la que el papa Francisco habla frecuentemente, y sobre todo el evangelio. “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34).

El proyecto de Jesús es comenzar aquí y ahora el “reino de Dios”. Toda la vida de Jesús está orientada hacer presente y estable el reino de Dios en el mundo, al interior de cada uno de nosotros. ¿No fue esto una de las razones por las que condenaron a Jesús? Vivir la Cuaresma nos lleva a encarnar el proyecto de Jesús en el mundo que nos toca vivir, a ser sus discípulos, discípulas, a proclamar el evangelio con toda nuestra alma. El proyecto de Dios para el cristiano es que llevemos el evangelio a la vida, y este mismo proyecto lo es también para la Iglesia y para todas las personas de buena voluntad.

“Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad”.[4]

Que el Espíritu Santo nos acompañe durante estos cuarenta días que nos llevan a la Pascua, y la podamos celebrar desde el júbilo de sentirnos salvados y resucitados con Cristo.

[1]Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013. Audiencia general del 17/02/2010 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana). 

[2]. Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019

[3] Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2024

[4] Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2024