Hace unos días me encontré recitando el credo una forma “automática”, sin prestar demasiada atención a lo que estaba diciendo. Me di cuenta de que lo hacía por tradición, porque era lo que tocaba, pero me pregunté cómo podía hacer ese credo más cercano; cuál podría ser mi credo personal. Tomé algunas notas y redacté mi propio credo:
“Creo en Dios; un padre que me cuida, me hace libre y me quiere con locura.
Creo en Jesús, su ejemplo, sus valores, su mensaje y su revolución.
Creo en el Espíritu Santo, motor y enlace de los talentos de cada persona.
Creo en el proyecto del reino de Dios y que todos tenemos un papel en su construcción.
Creo en una Iglesia horizontal, plural y abierta; una Iglesia actual y manchada de barro; una Iglesia asamblea que no tenga miedo de reconocer sus defectos e intente sanar heridas.
Creo en el diálogo intercultural e interreligioso como medio para conseguir la fraternidad universal.
Amen (así, sin tilde).”
¿Cuál es tu credo personal?
Eduardo Guidet