Se acerca el Día Mundial de la Paz, y por suerte hay miles de personas que no han perdido la fe en ella, sino al contrario, siguen luchando por vivir en armonía y en un mundo lleno de paz. Este es el caso de la Fundación Itaka – Escolapios de Sevilla, que ha tenido la iniciativa de organizar una carrera solidaria que se llevará a cabo el día 1 de febrero de 2020, en relación con el Día Mundial de la Paz. Su objetivo, como bien explican, es “celebrar el Día de la No-violencia y la Paz, con el objetivo de que el alumnado, así como el profesorado, personal, familias y demás personas del barrio sientan la justicia y la no violencia como parte importante de sus vidas y se conciencien porque todos podemos hacer gestos de paz. Se pretende sensibilizar a la comunidad, educando en los valores de paz y no violencia y difundiendo los Derechos Humanos.”
Cuando nos hablaron de la iniciativa y de la posibilidad de colaborar para poder darle mucha visibilidad, no lo dudamos ni un segundo. Este proyecto nos abrió los ojos y nos hizo reflexionar sobre cómo sentimos y entendemos nosotros la paz. Al comenzar a trabajar en su promoción, sentimos una inmensa satisfacción y alegría, pero extrañamente mezcladas con inquietud y curiosidad, sentíamos que contribuimos en una obra de beneficio mayor y que llegaría a constituirse en un trabajo y aporte significativo, posiblemente, más grande y significativo de lo que pensábamos. Y surgió así, de una forma tan espontánea, el interés y la inquietud, ese momento en el que uno se detiene a meditar para sí mismo, ese eco que llega a las fibras más profundas de uno mismo, o como lo llamamos nosotros, encender el fuego. Surgen así algunos cuestionamientos: ¿Por qué nos encontramos en la búsqueda constante de la paz?, y por supuesto ¿Qué se siente estar en paz?
Entendemos la paz como un ideal, y tenemos esa necesidad de estar en paz y sentirnos completamente seguros, tener la certeza de que se puede conseguir algo mejor y vivir en un lugar, un mundo ideal, respetando el valor y la integridad del prójimo, amándolo tanto como a nosotros mismos. Esas motivaciones son las que impulsan al hombre y lo encaminan a la búsqueda y la lucha por la paz, el anhelo de alcanzar un mundo mejor para todos.
La búsqueda por la paz aparentemente se encuentra en un contexto demasiado general, entonces ¿De qué manera se podría contribuir? La respuesta es bastante simple, si queremos cambiar el mundo, primero debemos cambiar nosotros, entonces, la mejor forma de encontrar la paz en el mundo, es encontrándose primero en nosotros.
Darnos un tiempo para nosotros mismos, amar sin condiciones, vivir la vida siendo quienes realmente somos, volviéndonos empáticos, decir lo que sentimos y sentir lo que decimos. Es darle un propósito y significado a nuestra efímera vida. La paz es un salto de fe, se trata de dar un primer paso, amando y aprendiendo a amarnos y a amar. La valentía de hacer lo correcto y tomar la iniciativa. La paz que reconforta nuestro ser al darnos cuenta de que cada día lo damos todo para ser mejores y ayudar a los otros a mejorar, la búsqueda del bien común y encontrar en cada persona aquello que la vuelve valiosa, la satisfacción de saber que nos mostramos como somos y no tenemos miedo de amar y ser amados.
Es así que, para que haya paz en el mundo, es necesario que encontremos la paz en nosotros mismos, convertirla en una filosofía y un estilo de vida, alcanzando la sintonía entre lo que somos y lo que queremos que el mundo sea.
La iniciativa de Itaka- Escolapios de Sevilla y que contaran con nosotros para poder dar voz a este movimiento por la paz, removió dentro nuestro un sentimiento de admiración, y no solo eso, sino que también apareció el orgullo. Orgullosos de que jóvenes, infantes y no tan jóvenes, tengan la necesidad de decirle al mundo que es el momento de vivir en paz, el momento de sentirse en paz y por supuesto, de nunca dejar de creer en ella.
¡Nuestra enhorabuena!
Alex y Roser