CREANDO ESPACIOS DE CUIDADO EN LA PASTORAL CON JÓVENES RPJ 560 Descarga aquí el artículo en PDF
Jorge A. Sierra (La Salle)
Algunas veces me han preguntado, quizás con cierto desánimo, para qué sirve tanto esfuerzo en pastoral con jóvenes cuando los resultados son tan pequeños… Además de intentar ver de qué va esto de los «resultados» (término que encaja mal con «lo pastoral») y, también, de cómo medimos lo que hacemos… hay al menos un resultado que hace que todo merezca la pena, aunque solo consigamos este. Es fácil de entender, porque parte de una necesidad que tenemos todos, especialmente los más jóvenes: necesitamos espacios seguros y de cuidado.
Os recomiendo ver una charla TED que merece la pena, aunque quizás no estemos de acuerdo con todo lo que dice. Se titula «Una adolescente solo tratando de entender», de Tavi Gevinson, una quinceañera que abrió un blog de moda… y se encontró con la necesidad de muchos de sus iguales en edad de tener un espacio donde hablar de «cosas importantes». Aunque solo fuera por eso, nuestros proyectos de pastoral con jóvenes deberían ser espacios donde se pueda hablar de cosas importantes, ¡aunque se necesite mucho tiempo de juegos, convivencia y sencilla acogida antes de llegar a esto!
Necesitamos espacios seguros y de cuidado
Veamos algunos datos. Existen muchos estudios que enumeran los factores de riesgo y de protección en nuestra cultura en muchos niveles. Podemos destacar cuatro ámbitos, de más adentro a más hacia fuera, empezando por la familia (núcleo interior), para pasar a los amigos (entorno social de iguales), la escuela y todo lo que supone y, por último, la sociedad —incluida la administración pública—. Todos estos ámbitos actúan al mismo tiempo, aunque con diferente profundidad.
Todos estos ámbitos deben configurarse como espacios seguros y factores de protección. Por ejemplo, la familia como núcleo fundamental de la sociedad, en cualquiera de sus configuraciones actualmente, como primer lugar donde se tratan las cosas importantes. Los amigos, imprescindibles, porque todos los jóvenes —y cualquiera—, al estar entre iguales, se consultan, protegen y deciden temas importantes, donde no se tiene en cuenta el grado de experiencia en el caso (o que realmente sepan algo de lo que están hablando) como la confianza y la posibilidad —simplemente— de hablar. La escuela, con gran esfuerzo, también debe ser un espacio seguro, con todos sus métodos de acompañamiento y protección, como los departamentos de orientación, las tutorías, los grupos de mediación…
Pero, del mismo modo, estos mismos ámbitos se pueden convertir en espacios de riesgo. En la familia, estadísticamente, ocurren la mayor parte de abusos y, sobre todo, desde donde se enraízan los fundamentos de la persona, para bien o para mal. Las situaciones de familias desestructuradas son la causa fundamental de riesgo para la violencia y abusos hacia menores. Con los amigos, como sabemos, la amistad verdadera es un tesoro, pero la falsa puede conllevar problemas graves. Por ejemplo, los «ritos de iniciación» posibles para formar parte de un grupo, que pueden incluir violencia de muy diversos tipos. La escuela está creada para educar y socializar, pero también puede ser lugar para el acoso escolar, muy grave, aunque solo sea por la cantidad de tiempo que pasan en el entorno escolar.
¿Y nuestra pastoral con jóvenes? Creo que hay muchos huecos que rellenar en todos los ámbitos anteriores (y eso que no hemos dicho nada de la sociedad en su conjunto). Cuando vi por primera vez la charla TED de Tavi Gevinson pensé inmediatamente en dónde había encontrado esta chica un espacio para hablar de las cosas importantes de la vida. Es una de las preguntas que se hace en el informe Jóvenes españoles de la Fundación SM, que es siempre sugerente. En la última edición señalan cómo más de un 60% pueden hablar en casa, con la familia, de estas cosas (¡menos mal!), pero aumenta ámbitos de menor confianza, como internet (cerca del 25%) o, peor aún, «no sabe, en ningún sitio», cerca del 8%.
Hay, por lo tanto, un porcentaje alto de jóvenes (y aunque fuera un porcentaje bajo ya sería importante) que no tiene un lugar seguro donde hablar temas importantes… y eso es un factor de riesgo muy importante. Termino con unas palabras de Tavi Gevinson, para meditar: «lo que quiero que recuerden de mi charla, la lección de todo esto, es simplemente encontrar un espacio donde una chica pueda ser ella misma sin remordimientos, y no se disculpe por sus defectos y se haya reconciliado sus sensaciones contradictorias y, al mismo tiempo, te haga escucharlas y pensar sobre ellas». ¿Cómo andamos de estos «espacios», que implicarán tiempos, personas, recursos… en nuestra pastoral con jóvenes? ¿Hasta qué punto están realmente centrados en las personas y sus necesidades?
¿Hasta qué punto están realmente centrados nuestros espacios en las personas y sus necesidades?