Conversión: tercer domingo de Adviento – Juan F. Arroyave

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Domingo 3° de Adviento – Ciclo C – 16 de diciembre 2018
Lucas 3, 10-18

Estén siempre alegres en el Señor.
Se lo repito: estén siempre alegres.

En este domingo de adviento, conocido como gaudete (“alégrense”), la alegría se traduce en compromiso. Después que Juan termina su predicación llamando a la conversión (3,7-9), la gente reacciona positivamente pidiendo pistas concretas para hacer el camino de conversión significado en el bautismo.

Siguiendo la lógica humana del péndulo, tendemos a oscilar entre el extremo de una concepción rígida de la salvación centrada en el cumplimiento de unas normas y el extremo de abusar de la infinita misericordia de Dios para excusarse de la conversión.

Pero la pregunta de la gente no es por lo que deben pensar, ni siquiera lo que deben creer, sino lo que deben hacer. Juan va a plantear que la conversión se reconoce en la “praxis”, sobre todo la de la caridad y la justicia. No es casualidad que cinco veces se repita el verbo “hacer” (vv. 8.10.11.12.14): el hacer de la justicia (vv. 10-11), del compartir con los necesitados (el alimento y el vestido representan las necesidades básicas), en medio del mundo del consumo y la indiferencia;
 el hacer de la honestidad y la transparencia (vv. 12-13), en un mundo donde impera la corrupción;
 el hacer de la bondad (v. 14), en una sociedad acostumbrada al poder y el uso de la fuerza para el propio beneficio.

Finalmente, en el proceso de develar la diferencia entre el Bautista y el Mesías, se plantea que el bautismo del Espíritu que trae Jesús implica un camino de discernimiento constante:
– “aventar la parva” (saber seleccionar o elegir),
– “reunir el trigo” (ir a lo más importante y no quedarse en las ramas)
– y “quemar la paja” (echar por la borda lo inservible o lo que nos inmoviliza).

Continuemos acogiendo la Buena Nueva de la venida del Señor, avanzando en este camino de conversión.