Contrabienaventuranzas – Iñaki Otano

Iñaki Otano

Domingo 4 del tiempo ordinario

En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán ‘los Hijos de Dios’. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.  (Mt 5, 1-12)

 

Reflexión:

            Promesas de felicidad que nos traen infelicidad:

– Felices los que tienen como único anhelo ser cada día más ricos. Rechazarán toda tentación de compartir y permanecerán insensibles a las personas en paro, sin casa y pasando hambre. Por no ver disminuida su fortuna faltarán a la palabra dada, traicionarán a los amigos, cometerán injusticias.

– Felices los guapos, los jóvenes, los ricos, los sanos, los que triunfan sin esfuerzo. No aceptarán la enfermedad y la vejez propias, ignorarán el sufrimiento de los demás y no sabrán lo que es consolar, acompañar en los momentos difíciles,  acoger con la palabra, el gesto o la mirada.

– Felices los que se imponen por la fuerza. Son violentos y responderán a la violencia con la violencia. Toda ofensa, desconsideración o mal trato recibidos tendrán su venganza. Cultivarán el resentimiento y alimentarán la espiral de violencia hasta hacer ìnvivible la vida propia y la de los demás.

– Felices los que se oponen al plan de Dios de un mundo más justo y más fraterno. Ven peligrar sus propios intereses y son muy capaces de poner toda clase de zancadillas al progreso en la igualdad. Se desentienden del injustamente tratado y se niegan a la solidaridad.

– Felices los implacables, los que no dejan ningún resquicio a la compasión. Cumplen con la estricta legalidad y no dan ningún paso más. En las situaciones imprevistas remiten a las normas y a los organismos oficiales. Piensan que no hay que dejarse ablandar el corazón por la misericordia.

– Felices los que hacen de la mentira y del disimulo ley de vida. Cuidarán de no descubrir nunca lo que piensan para tener siempre un as de la baraja disponible. Pisotearán a quien sea preciso para conseguir los propios fines. Serán astutos para dejar a alguien en la estacada y salir ellos sin mancha.

– Felices los que crean conflictos y están siempre en conflicto. Su relación en la familia, en el vecindario, en el trabajo será siempre conflictiva. Estarán constantemente en contra o pondrán trabas a toda buena causa. Verán en todas partes enemigos a los que derribar. Ni tendrán ni sembrarán paz.

– Felices los que buscan toda clase de componendas con tal de quedar bien con todos.  Les parece arriesgado optar por la verdad, es más cómodo seguir la corriente. Para evitarse complicaciones, apoyarán siempre la opinión más en boga sin medir las consecuencias.