Paciencia
Queridos hijos, tened paciencia con vuestros padres. Sí, no solo porque la Biblia lo venga pidiendo de generación en generación, sino también porque los padres de hoy tenemos que ejercer la paternidad sin la ayuda del entorno social, algo de lo que sí tuvieron nuestros padres y abuelos en mayor o menor medida.
A ver si consigo explicarme con el siguiente ejemplo: cuando éramos niños, adolescentes, jóvenes, la televisión era un aliado a la hora de marcar el ritmo de vida en la familia. ¿Cómo? Pues ajustando los contenidos de la programación a las edades en cada franja horaria. Simplificando mucho podríamos decir que las mañanas eran programas de compañía e información; el mediodía para la información, las primeras horas de la tarde para la telenovela o la siesta, y la programación infantil coincidía con la salida del cole y pasaba de infantil a juvenil según pasaban las horas y entre las ocho y las nueve la televisión iba mandando a la cama al publico menor de edad para dar paso a la información primero y la programación de “adultos” después; los sábados mucha programación familiar y los domingos misa, toros y futbol.
Así resultaba fácil mandar a la prole a la cama a una hora razonable, bueno la verdad es que al final los padres solo reforzaban lo que el personaje de turno en cada generación decía para enfilar a la chavalería al baño, a lavarse los dientes y a la cama.
Hoy no hay una programación de ningún tipo limitada a una franja horaria, hoy se puede acceder a programas de cualquier género a cualquier hora del día ( y de la noche), y en cualquier dispositivo, lo que ha convertido a la tele del salón casi ( o sin casi) en un mueble más.
Los padres que quieren educar hoy a sus hijos en un uso razonable de lo audiovisual, o bien han de tomar la vía de la medida drástica (apagar el wiffi, requisar los móviles) castigándose en muchas ocasiones a sí mismos por aquello de dar ejemplo, o intentar que “el sermón en el desierto” cale y un día haga brotar la semilla que se quiso sembrar.
Y, después de todo este rollo, ¿qué tiene que ver todo esto con la pastoral juvenil?
Pues bastante. Nuestros padres y nosotros, los que hoy somos padres o adultos sin hijos, vivimos en una sociedad en la que hasta el momento de “encontrarte con Dios” estaba marcado en el ritmo de la sociedad, un ritmo que era respetado hasta por la televisión. Sí, lo sé, también en esa época es donde se fraguaron las hipocresías más vergonzosas de nuestra sociedad católica, apostólica y romana que hoy están saliendo a la luz.
Por eso, chicos y chicas, tened paciencia con nosotros. Porque nos fuimos a la cama cuando lo mandaba “Casimiro” o la familia Telerín; y hoy queremos que os acostéis no cuando lo diga la televisión sino el sentido común que aconseja llegar al día siguiente habiendo descansado lo suficiente. Y, tampoco queremos que vuestro encuentro con Jesús sea algo programado, sino que forme parte de vuestra vida con la misma sencillez y naturalidad que las series que veis en el móvil.