
Durante muchos años la Semana Santa para mi estuvo ligada a las procesiones, en las que llegué a participar con capirote y todo, y, a los oficios a los que iba con mi madre. Durante otros muchos años la Semana Santa estuvo muy vinculada para mí con el teatro, 9 años haciendo de Judas Iscariote con esa “familia” que llegamos a ser el grupo de Teatro DRAPA (vaya mi recuerdo a la Doña, que falleció el mes pasado y quien fuera la directora de esta puesta en escena de la Pasión durante cuarenta años.) Pero otros muchos años más la Semana Santa fue para mí el tiempo de “La Pascua Juvenil”.
Recuerdo con cariño esos encuentros en el Seminario o en una casa de un pueblo, aislados de la ciudad – que no del pueblo- , días cargados de emociones, dinámicas cuidadas para llegar a sentir que Alguien, hace más de 2000 años, murió también por mí. Pero que la cosa no quedaba ahí, porque también Resucitó PARA mí.
Pascua Juvenil sinónimo de días de desconectar y de vivir con intensidad.
Días para leer a Patxi Loidi, escuchar a Ricardo Cantalapiedra o ver Jesucristo Super Star, Goodspell, La Cristificación del Universo, o La Pasión de Zeffirelli.
Desde hace unos años la Semana Santa en casa son unos días en los que de dos familias hacemos una y en una parroquia de Burgos participamos de los oficios padres e hijos. Es nuestra particular “Pascua familiar”.
Reconozco que no sé cómo son las “Pascuas juveniles” de hoy, qué se lee, se canta o se escucha. Me las imagino con textos del Papa Francisco, música de Migueli, Nico Montero o del musical 33, … pero las herramientas, aunque diferentes, seguirán estando al servicio de la rememoración de la Última Cena, del Via Crucis, de la Adoración a la Cruz, y del Aleluya Pascual.
Si tenéis opción de vivir una Pascua, la Pascua, no dejéis de hacerlo, bien sea acudiendo a los oficios de la parroquia, o sobre la tarima de un teatro, o en el seno de una cofradía penitencial, o en esa oferta de Pascua Juvenil.
¡Vivid la Pascua! ¡Felices Pascuas!