- La pasión por buscar la verdad, el asombro ante la belleza del Señor, la capacidad de compartir y la alegría del anuncio, viven también hoy en el corazón de tantos jóvenes que son miembros vivos de la Iglesia. No se trata, pues, solo de hacer algo “por ellos”, sino de vivir en comunión “con ellos”, creciendo juntos en la comprensión del Evangelio y en la búsqueda de formas más auténticas para vivirlo y testimoniarlo. La participación responsable de los jóvenes en la vida de la Iglesia no es opcional, sino una exigencia de la vida bautismal y un elemento indispensable para la vida de toda comunidad. Las fatigas y fragilidades de los jóvenes nos ayudan a ser mejores, sus preguntas nos desafían, sus dudas ponen en cuestión la calidad de nuestra fe. También necesitamos de sus críticas, porque a menudo a través de ellas escuchamos la voz del Señor que nos pide la conversión del corazón y la renovación de las estructuras.
El punto 116 del Documento final, aunque esté acompañado de muchos puntos más, podría ser un buen resumen de las conclusiones obtenidas en el Sínodo de los jóvenes. En el epígrafe que antecede al punto, podemos encontrar en cuatro palabras lo que después se desarrolla: «Caminar con los jóvenes». Y me gustaría hacer una pausa a modo de énfasis en la preposición que contiene el epígrafe: con. Caminar CON los jóvenes, no significa que unos, en este caso los más mayores, vayan tirando de los más jóvenes, sino que todos peregrinemos juntos, en comunión, para así hacer una Iglesia más rica.
Los jóvenes no sólo queremos buscar la Verdad y cooperar con Ella, sino que estamos capacitados, por medio del bautismo y una posterior confirmación, para ser miembros vivos y dinámicos dentro de la Iglesia, por eso pedimos tener la oportunidad de asumir responsabilidades y la colaboración para poder buscar nuevas formas de testimoniar la Buena Noticia. En ocasiones los jóvenes podemos plantear preguntas, dudas e incluso críticas constructivas sobre temas de jerarquía eclesial, inclusión de los más alejados de la Iglesia, sexualidad etc. que, aunque en ocasiones resulten molestas, se pueda, a través de ellas, escuchar la voz del Señor, como dice el punto, para la renovación de la Iglesia con nuestra ayuda, contando con la contribución activa de los jóvenes.
@JavierGregorio_