CLOSE. EL DRAMA DE CRECER – Peio Sánchez

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Peio Sánchez

peiosanchez@gmail.com

Sexualidad y afectividad van juntas y el tiempo de la preadolescencia no es una balsa de aguas quietas y serenas. Close pone el foco sobre ella, con la sutileza del drama y la rotundidad de las aristas de la vida, lleva a sobrecoger al espectador y ponerle sobre aviso de la fragilidad del crecimiento, de la vulnerabilidad de todo lo humano.

Es obra del director belga Lukas Dhnot, nacido en 1991 y con solo un largometraje por detrás, Girl. Allí fue la historia de Lara, una chica transgénero de 15 años, que desea ser bailarina, un sueño nada fácil en medio del tratamiento hormonal, las luchas de su identidad y la presión de sus compañeras. Aquí se trata de la amistad de Léo y Rémi, dos chicos de 13 años que desde niños han crecido juntos y ahora se enfrentan al comienzo del instituto. Allí la presión de sus compañeros sobre su amistad desemboca en la necesidad de distancia por parte de Leó y el hundimiento por parte de Rémi.

Tras el primer éxito, cuenta el director su crisis a la hora de encontrar argumento para su segunda película. Nos cuenta que «tenía este deseo de mostrar una historia de amor en el sentido más amplio de las palabras en un momento entre la niñez y la adolescencia y donde la noción de sexualidad está empezando a entrar en sus vidas, pero no está del todo presente. Cuando busqué otros ejemplos, descubrí que era difícil encontrar historias sobre esta intimidad entre niños y hombres. Y creo que es algo realmente importante de lo que hay que hablar».

Una historia de amor en el sentido más amplio de las palabras

La presentación de la historia se envuelve del papel de colores en un ambiente donde lo natural muestra también sus aristas: de los campos floridos a las granizadas destructoras, del bosque del dolor a la luz del verano. Y, en medio, un largo fundido en negro, casi dos minutos, donde se rompe la historia y la vida. La luminosidad de los tonos pastel de la infancia se revisten ahora de la saturación adulta, donde los matices se contrastan.

Debe destacarse en primer lugar, la presión social sobre los comportamientos afectivos. «No llores», «No seas una chica», «¿Vosotros sois novios?». Este tipo de intimidación se presenta casi sin asperezas, de forma sutil. La amistad de los dos chicos tiene sobre sí la sospecha de un comportamiento homosexual. Algo que ellos mismos no han llegado a plantearse y apenas comienzan a intuir su significado. En el caso de Léo, con su elección de formar parte de un equipo de hockey sobre hielo, busca reafirmar una masculinidad socialmente aceptada. Esta coacción social sobre los jóvenes varones se traduce en que no puedan expresar sus sentimientos. Así solo pueden llorar de indignación u odio, pero nunca de tristeza como afirma uno de los chicos. La atmósfera social hiere las sensibilidades, la coacción esconde la vulnerabilidad que termina por explotar de forma inesperada.

Esta indefensión de los pequeños pasa también a los adultos. La madre de Rémi, encarnada por una Émilie Dequenne magnífica en sus silencios, donde su rostro dice todas las palabras. Ante la vida y la muerte si los jóvenes están desarmados los adultos apenas pueden. En Close los padres tratan de amar, los profesores de acompañar, pero la impotencia se proyecta ante la magnitud de lo interiormente sentido en los jóvenes. El llanto de la debilidad va asomando en los personajes: el amigo rechazado, el padre devastado, la madre traspasada. Indefensos en el amor maternal o paternal, fraternal o amical. Desvalidos ante los otros que permanecen ignorantes. Atrapado en el dolor del propio sentimiento.

La presentación de la culpa en Léo es de una perspicacia profunda. La culpa de sentirse diferente: «no somos pareja». El delito de haber rechazado al amigo que va minando su ser, del cual ninguna distracción puede apartarlo. Los hechos se revisten de culpa y esta es un juez implacable que destruye el crecimiento. Es como un brazo roto en el hockey de la vida, en un corazón roto que se castiga por el dolor infringido. La culpa necesita del perdón precisamente allá donde se ha originado el sufrimiento. El pequeño Léo tiene que soltar su culpa y su dolor que crecen en amalgama insoportable: «fue culpa mía, yo le rechacé». En este caso la madre de Rémi, la dolorosa del film, ejerce de perdonadora. Su maternidad traspasada se convierte en sanadora de la vida. No por casualidad trabaja con los neonatos en un hospital. Es la que otorga a Léo la maternidad sustituta. Algo que los adultos heridos pueden hacer sobre los que están madurando a duras penas.

Materia frágil es el ser humano, así como tratar de educar como muestra este film coming-of-age. Las debilidades se han de acompañar, tras cualquier silencio, detrás de cualquier puerta cerrada, al fondo de sentimientos que brotan desmesurados aparece un dolor asentado, hay una necesidad por ser cuidada. El paralelismo de cuidar las flores se traspasa a la tarea educativa: poner tierra para que brote, alentar lo que nace y regar lo que crece.

Como dura historia de aprendizaje Close termina mirando hacia adelante. Del pasado no se pasa, pero queda atrás. Como el invierno frío da paso al cálido verano. Al dolor se le espera, pero no es la última palabra. Así lo vive en Close un aprendiz de jardinero.

Como dura historia de aprendizaje Close termina mirando hacia adelante.