Clavos a la puerta – Josep Perich

A un niño que tenía muy mal genio su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la puerta.

El primer día el niño había clavado treinta  clavos en la puerta. Durante las siguientes semanas la cantidad de clavos comenzó a disminuir. Descubrió que era más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos.

Se lo contó a su padre y éste le sugirió que, por cada día que se pudiera controlar, sacara un clavo. El niño finalmente le pudo contar a su padre que había sacado todos los clavos.

El padre acompañó a su hijo hasta la puerta y le dijo:

-“Has hecho bien pero mira los hoyos en la puerta. La puerta nunca volverá a ser la misma.Cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta.

-“Perdóname si he dejado algún “agujero” en tu puerta”, respondió su hijo.

 

Este año los cuarenta días de Cuaresma previos a la Semana Santa toman un relieve inusitado. Cientos de familias, más que por devoción por obligación, las están pasando “canutas” con indignos “ajunos”.

La Cuaresma, con su color morado, nos recuerda que debemos “quitar hierro” y reciclar los golpes inesperados recibidos o dados. Nos recuerda que debemos ejercitarnos en el perdón, sin olvidar que sólo te puedes sentir perdonado si te sientes querido.

Esto es lo que descubrió, desde la cárcel, el Nelson Mandela, Premio Nobel y primer presidente democrático de Sudáfrica. Nos relata cómo su  “cuaresma” de 27 años de cárcel pero  no fue estéril:

“[…] La celda de la cárcel es un lugar idóneo para conocerte a ti mismo…, La honradez, la sinceridad, la sencillez, la humildad, la generosidad sin esperar nada a cambio, la falta de vanidad, la buena disposición a ayudar al próji­mo (cualidades muy al alcance de todo ser) son la base de la vida espiritual de una persona… La celda te da la oportunidad de analizar a diario toda tu conducta, de superar lo malo y de poten­ciar lo bueno que hay en ti. A tal efecto, meditar con regularidad (digamos que unos quince minutos al día antes de acostarte) puede resultar muy fructífero. Al principio te puede parecer difícil definir los aspectos negativos presentes en tu vida, pero el décimo intento puede reportar muchas recompensas. No olvidemos nunca que un santo es un pecador que simplemente sigue esforzándose”. Desde la prisión de Kroonstad,  1 de febrero de 1975.

Posiblemente, después de escuchar este testimonio, las palabras más significativas de la Cuaresma tradicional como son “ayuno, limosna y oración” recuperen su sentido más genuino a nivel personal y colectivo.