Descarga el pdf del artículo RPJ nº 538 – Cine y discernimiento vocacional – Chema González
No es fácil encontrar buenos ejemplos —que combinen temática con valor cinematográfico— sobre el discernimiento vocacional religioso. Hay algunas películas clásicas imperecederas, pero quizá alejadas de la realidad social juvenil actual. Aunque nunca está de más revisitar Historia de una monja (Fred Zinnemann, 1959); Narciso Negro (Powell y Pressburguer, 1947); Diario de un cura rural (Robert Bresson, 1951) o La Misión (Roland Joffé, 1986).
En los últimos años se han estrenado excelentes películas que nos muestran la innegable entereza vocacional de los religiosos. Entre las más destacadas y de las cuáles nos hemos hecho eco en esta sección, recordaría Disparando a perros (Michael Caton-Jones,2007, RPJ 437; RPJ 470), De Dioses y hombres ( Xavier Beauvois, 2010) y Silencio (Martin Scorsese, 2016). En todas se nos muestra no tanto el complejo proceso de revelación vocacional sino cómo esa vocación es llevada hasta sus últimas consecuencias con coherencia y dignidad.
Revisando algunos blogs y lecturas para encontrar algo más actual, me encuentro con el blog de Aleteia, y en él un sacerdote americano reconoce que encontró la vocación viendo Spiderman 2 de Sam Remi. Me flipo, como dicen nuestros jóvenes, y sigo leyendo sus recomendaciones cinematográficas. Me desarma con algunas de sus propuestas e interpretaciones de pelis como Men in black (1997). Si bien admito que El despertar de la fuerza (2015), de la saga de La Guerra de las galaxias, puede ser vista como el despertar de una vocación, la toma de conciencia de una fuerza que le obligará a tomar una decisión sobre lo que desea hacer con su futuro y su talento interno. En realidad, toda la saga no deja de ser cine cargado de filosofía muy bien adobado. A los interesados les recomiendo el libro La última mitología. El mundo según Star Wars de Cass R. Sunstein, catedrático en Harvard, nada menos.
Aunque todas estas lecturas y sesudas recomendaciones de la red no me quitan de la cabeza las dos primeras obras que me asaltaron a la hora de afrontar el artículo. Dos películas de tono, estética y lenguaje muy distintas, pero igualmente valiosas. Ambas ya han sido recensionadas en la revista. Creo que no viene mal recordarlas.
La llamada (2017), de los españoles Javier Ambrossi y Javier Calvo. Fresca, divertida, sin complejos, arriesgada, inverosímil, kitsch, entrañable, irreverente, disparatada, honesta, noble… Y con ese mensaje tan de ahora de «lo hacemos y ya vemos». El despertar religioso, la vocación en un campamento veraniego a ritmo de Whitney Houston, Leiva o Henry Méndez. No incidiré mucho más en ella, pues es relativamente reciente, y ya dejé escrita mi opinión y la ficha de trabajo en RPJ 526.
La otra película que tengo grabada es Ida, del polaco Pawel Pawlikowski. Recensionada en RPJ 499 cuando se estrenó en España; no se me ocurre otra referencia moderna que alcance su magnitud estética, calidad cinematográfica y hondura intelectual.
En la Polonia comunista de principios de los años 60, Anna es una joven novicia que está a punto de tomar sus votos perpetuos. Jamás ha salido del convento desde que fuera abandonada durante la invasión nazi. No conoce nada del mundo exterior. Enterada de la existencia de una tía, Wanda, va a visitarla antes de dar el paso definitivo en su vida religiosa. Con ella descubrirá su pasado y el de su familia, y la sociedad que existe más allá de los límites del convento.
En su momento escribí que para la protagonista «los placeres que ofrece la vida frente al cumplimiento de los votos, la seguridad del enorme edificio conventual, la convulsión y la duda interna, el desahogo y el hallazgo, están maravillosamente caligrafiados con unos simples gestos y unas pocas palabras reveladoras, unos silencios y unas miradas llenas siempre de matices y sugerencias… Obra valiente, de salvaje sinceridad, cruda como la luz que la alumbra, se eleva sobre todo por la ausencia de imposturas y subrayados. Ni siquiera sonoros. La música es diegética, forma parte de lo que escuchan los personajes. Mozart sonando en un tocadiscos, Bach en una ceremonia religiosa o el saxo de Coltrane interpretado por una banda de jazz… Llevo días con ella en la cabeza, imágenes que me asaltan como recuerdos enfermos, y le doy vueltas a su misterio, y dudo, y sigo todavía perplejo en lo insondable. Recreo su extraña belleza y me afirmo en lo que comprendo. No dejen de verla si conciben el cine como un hermoso y enriquecedor interrogante».
La he vuelto a ver y no cambio ninguna palabra. Añadiría algún adjetivo superlativo más, pero cargaría el texto y una obra tan luminosa no necesita más que una mente inteligente que la mire. Si se la perdieron en el cine, pueden encontrarla en la plataforma Filmin o en DVD. Es una obra de arte, no se puede ignorar.
Algunas pistas de trabajo
- ¿Has visto alguna de las películas citadas en el artículo? ¿Cuáles te han gustado y por qué? ¿Qué crees que es lo más interesante y el mensaje principal del relato?
- ¿De ellas cuál es la que más te ha hecho reflexionar?
- ¿Has sentido tu alguna vez la «llamada» de Dios? ¿O alguna otra «llamada», profesional, amorosa, vocacional, etc.? ¿Cómo ha sido? ¿Qué o quienes te han ayudado a su discernimiento?
- ¿Cuáles crees que pueden ser hoy los lenguajes o las formas de manifestarse de la fe y de la presencia de Dios en el mundo? ¿Tú cómo las percibes?
- ¿Qué es lo que impulsa tu vocación profesional o religiosa? ¿Cómo hiciste ese descubrimiento?
- ¿Qué papel juega Dios y la religión en tu vocación profesional? ¿Y los de mi alrededor, mi familia, amigos, compañeros…? Reflexiona sobre ello
- Plantear algunos otros temas que plantean las películas seleccionadas: hasta dónde puedo llevar la exigencia de mi vocación o de la llamada interior; cómo impulsa nuestras acciones la verdadera fe; la necesidad de entregarse de verdad a lo que uno siente y percibe; cómo ha de hacerse la oración; la aceptación de los demás y de uno mismo…