¡CASI ME MUERO! – Joseph Perich

¡CASI ME MUERO!

Ayer noche mi madre y yo estábamos sentados en la terraza hablando, entre muchas cosas, del morir y del vivir

Le dije:

-Madre, nunca permitas que viva en estado vegetativo, sujeto a máquinas y a líquidos de una botella. Si me ve en este estado, desconecta los artefactos que me mantienen vivo. Prefiero morir.

Entonces mi madre, con un rostro de admiración, se levantó y empezó a desconectar el televisor, El DVD, Internet, el PC, el mp4, la Plays, el teléfono fijo, me cogió el móvil y me tiró todas las cervezas.

-¡Casi me muero!

Reflexión:

Lejos el pretender hacer broma de un tema tan sensible y que a menudo con lleva mucho sufrimiento para las familias. Seguro, pero, que pone el dedo en la herida de muchos niños, adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes.  Ahora me sería demasiado fácil cargar las tintas, dar » caña » al hijo por su contradicción. No creo que este chico, «ocupado» como estaba, hubiera hecho muchas «guardias» al pie de la cama de algún amigo o familiar. Pero sí nos cuestiona el cómo se viven hoy en día: los últimos días, horas, meses, años… de la vida.

Después de muchos años de visitar ancianos en residencias geriátricas y enfermos en el hospital te das cuenta de que, cuando una persona ingresada tiene el sentimiento de que la familia se la ha quitado de encima y la han descargado para la «recogida», fácilmente este trauma le puede hacer desear o exigir la muerte. Pero cuando los servicios médicos o los cuidados paliativos son eficientes, con un trato realmente humano de parte del personal sanitario, cuando los familiares y amigos le apoyan amándolo, cuando los servicios sociales intervienen, si es necesario, cuando el servicio religioso se hace presente, sobre todo si es una persona de fe…. Si se dan estos requisitos coordinados entre ellos, la persona normalmente reacciona asumiendo positivamente su estado e incluso, tal vez desee con una cierta paz irse de este mundo… pero raramente exigirá la eutanasia.

No deja de ser, sin embargo, sorprendente o sospechoso que muchos militantes en contra de la eutanasia o del aborto, cuando se trata de manifestarse para abolir en el mundo la pena capital, de hacer fuerza para reducir drásticamente la producción de armas, de implicarse a favor de los millones de niños que mueren desnutridos… no se les vea delante. Y es que ser coherentes, por lo visto, es cosa de pocos.

Para muestra un botón: Terri Schiavo, norteamericana, que llevaba 15 años en coma, a petición de su marido se le quitaron todos los tubos que la mantenían con vida artificialmente. Políticos de ultraderecha estadounidenses se oponían. El mismo George Bush, que firmó decenas de penas de muerte, cuando se enteró de la muerte de Terri Schiavo , declaró que se sentía triste y desolado, ya que él afianzaba su posición     » a favor de la vida»

¡A todos nos convendría una madre como la del chico de la historieta del inicio!