CARACOL IMPACIENTE (UN) – Joseph Perich

CARACOL IMPACIENTE  (UN)

Joseph Perich

Erase un caracol que, con su “casa” a cuestas, lamentaba su incapacidad de poder ir por la vida como sus compañeros de viaje. Alucinaba observando, bajo el peso de su cáscara, a una presumida mariposa que alardeaba, de rama en rama, de su agilidad y de sus encantos multicolores.

Nuestro caracol observó que se le acercaba un escarabajo, que también iba de camino. Éste le saludó y le invitó a compartir el viaje como amigos. El caracol levantó la cabeza, de contento que estaba, pero enseguida, tuvo que agacharla lloroso, ya que no podía seguir el ritmo de las patas de su atlético compañero.

De repente el sol oscureció y la lluvia no tardó en empapar de agua árboles, camino, paisaje… La mariposa ya no podía alzar el vuelo. Indefensa, acudió al caracol para que le dejara posar sus frágiles pies sobre la  cáscara. El caracol, que se movía con soltura en aquel nuevo paisaje lluvioso, aceptó complacido acoger la mariposa y darle seguridad.

El agua del río subió de nivel y atrapó al atlético escarabajo. Una vez las aguas volvieron a su cauce, éste quedó indefenso en la orilla, y de patas para arriba.

Pasadas unas horas, el caracol, con su amiga mariposa, llegó cerca del río. Cual no fue su sorpresa al observar a su conocido escarabajo gimiendo y pidiendo auxilio. El caracol compadecido de la angustia por la que pasaba el escarabajo pidió a la mariposa que le guiara desde lo alto para realizar una delicada maniobra: acercársele con la cáscara para empujar al escarabajo hasta conseguir darle un vuelco y así dejarlo nuevamente de patas para abajo.

La operación se realizó con éxito y el escarabajo, lleno de agradecimiento, propuso al caracol y a la mariposa compartir fraternalmente su futuro, acogiendo y valorando generosamente sus contrastadas aptitudes por encima de sus diversas limitaciones.

En el horizonte apareció el arco iris y los tres emprendieron un nuevo camino.

REFLEXIÓN:

En la reciente cena solidaria, con 150 participantes, con motivo del aniversario del Hermanamiento de la parroquia de la Sagrada Familia de los Pinos (Blanes) con Saint Paul de Dapaong (Togo), podemos afirmar que el “plato fuerte” fue el testimonio personal que nos dio el misionero Juan Soler y Ribas.

Una de las muchas “perlas” con que nos enriqueció, comentando su primer año de estancia en aquella nueva parroquia de suburbio. Cuando él llegó, su inquietud por mejorar las condiciones humanas de mucha gente le llevó a cometer errores que sacudieron sus esquemas mentales. “Entras en una casa de barro donde sabes que sobreviven en unas condiciones infrahumanas. Tú, hombre blanco, pretendes hacer algo para enderezar esa familia. Sorprendentemente notas un bloqueo de su parte. Se sienten inferiores. La vergüenza de su indigencia, contrapuesta a tu supuesta prepotencia, hace inviable avanzar. Dejas transcurrir cierto  tiempo, te dejas invitar a un vaso de agua, “dejarte ayudar” de alguna manera por ellos. Después permitirán que los puedas ayudar salvando así su “dignidad”.

Curiosamente, los países occidentales expoliamos todos los recursos naturales que podemos del Tercer Mundo y, en cambio, dejamos sus mejores “perlas”, como esta lección de vida para darlas a conocer en la mayoría de los países “avanzados”. No sé si todos los voluntarios o los dirigentes de las ONGS de nuestro país están al corriente.

 El cardenal arzobispo emérito de Milán Carlo María Martini da en el clavo cuando afirma: “Cuando se tiene poder, es fácil dejar de escuchar. Uno termina creyendo que percibe todo lo que sucede en su entorno. Dialogar supone ir al encuentro del otro en el mismo plano en el que el otro se encuentra. Entonces se abren espacios de comprensión engendrados por el mismo acto del diálogo”. “Que pueda emprender una y otra vez el diálogo en el seno de su comunidad humana, civil, política y religiosa, en esta pluralidad tan incómoda como fecunda en que nos ha tocado vivir”. (Mensaje al serle otorgado el Primer Memorial Cassià Just en el Palau de la Generalitat, el 9 de junio de 2010).

El caracol, el escarabajo y la mariposa del cuento, aparentemente para niños de primaria, han sido un espejo donde hemos podido contemplar el largo camino que nos espera para hacer tangible “el arco iris ” o, en palabras de Jesús, “El Reino de Dios”.