CAPACIDAD DE MIRAR EL FUTURO, GRACIAS. TESTIMONIO DE TANTO BIEN RECIBIDO
M.ª Luz Sarabia
La primera vez que escuché algo así como que tenemos bastante más que el presente o que no deberíamos caer en el presentismo, no entendí mucho a qué se refería. Y ahora, que ya hemos caminado un poco más por estos tiempos pandémicos, por estas nuevas realidades que no acaban de llegar del todo, sé a qué se refería esta expresión. Es como manantial de un agua virgen que da respuesta a la sed de sabernos parte de un futuro, un futuro que deseamos todos, un futuro que va ya siendo eco de las expectativas y horizontes que tenemos ya aquí y ahora.
De camino hacia mis días cotidianos y rutinarios me gusta escuchar música instrumental acompañada de sonido de lluvia. Sí, me gusta la lluvia, la fina, la mansa, la de temporada, la que te empapa de a pocos, y te hace sentir parte de esa vida que oculta en tierra mullida, tiene la esperanza de salir a la luz, dejar de ser semilla y ser arbusto de mostaza, donde se cobijen pájaros y cansancios y a su sombra se celebren fiestas y alegrías y ver otros cielos y sentir otras brisas, llenas de roces con aquellos y aquellas que a cada paso de realidad te vas encontrando.
Dios no deja de crear y de creer en cada uno de nosotros, en la humanidad, en los jóvenes, en sus capacidades de reinventarse y dialogar con quienes son ahora y con quienes quieren ser en el día de mañana. Dios se cuela en la vida como esa lluvia que se deja caer y acoger, por las rendijas más insospechadas, haciendo emerger brotes tiernos, llenos de verde esperanza, azul amistad. Dios es así, el Dios de Jesús es así, compañero en las buenas y en las malas temporadas, en aquellas que dan tanto fruto que se rompen los cestos y las redes y en las que apenas da para cubrir gastos de producción. Quizás esto es lo que más me tiene enamorada de Dios, que nos quiere con locura y que se sigue jugándose la vida por cada uno de nosotros, sí, por ti, y por mí. Este por mí, siempre me descoloca, me descentra, me sitúa en medio de la Creación con una mezcla de vulnerabilidad radical y agradecimiento infinito.
Dios no deja de crear y de creer en cada uno de nosotros, en la humanidad, en los jóvenes
A pesar de acompañar noches, vidas que no encuentran sentido a la vida, que quieren morirse prematuramente, de estar en medio de tantas incertidumbres, puedo sentir esa presencia que es fuerza y sentido para, a mi vez, dar la vida por los demás, o al menos enfocarla hacia los demás, al modo de Jesús, pobre y humilde. Voy del nosotros al yo paseando por Dios como si fuera un baile caprichoso, pero no es así, es algo orquestado y planificado, lleno de libertad y confianza, sin temor, porque así es la vida que vivo y me proyecta, es lo que me llama cada día a caminar y encontrarme con ese Dios que es comunitario y a la vez tan íntimo.
Quiero ser capacidad de futuro y parece que solo hablo del pasado o del presente. Lo que quiero compartir es este dibujo de tapiz, que hoy por hoy, vemos del revés, porque todavía estamos repensando el sentido de nuestras vidas, fruto de todo lo vivido en estos dos últimos años. Dos años que para los jóvenes MAG+S de la Compañía de María de Zaragoza son toda una vida. Y diría que para la mayoría de los adolescentes y jóvenes.
Los tiempos de oración con ellos, con los jóvenes, con Dios, con mis hermanas de comunidad, con mis compañeros de misión, me hacen ver lo luchadora que soy y, como me dijo una hermana que me acompaña en la fe y en la vida, hace un año, aproximadamente, he sabido salir del fondo de mi vocación, fiel a mi hondura.
De estos dos años de cambios y monotonías, he visto cómo iba creciendo el don de Dios en mí, en lo gratuito de un tiempo dado a acompañar la vida. Y es que no puede ser de otra manera, es Él, el que nos ha traído hasta aquí y no nos va a dejar aquí, en el presente, siempre nos llevará más allá, más allá de nuestros miedos e inseguridades, como dice la canción.
Es Él, el que nos ha traído hasta aquí y no nos va a dejar aquí, en el presente, siempre nos llevará más allá
Quizás, y esto se lo debo a los jóvenes y al trabajo que realizo actualmente, este tiempo sin presentismos nos está configurando la vida desde el don recibido, desde la acción de gracias.
«Dad gratis lo que gratis habéis recibido», como nos diría el evangelista Mateo. Le doy gracias a Dios por tantas cosas, pero principalmente por ponernos en pie cada día y llamarnos a compartir el don recibido con los demás. Sí, esto va de venderlo todo cada día porque has encontrado la perla de tu vida, has escuchado la palabra que te ancla en la alegría del Evangelio, vas encontrando por los pasillos y en reuniones y comidas, compañeros apasionados, evangelizadores y educadores.
Quizás sea este el Evangelio que me sostiene, el de la perla, el que me arraiga en estos tiempos convulsos, el de aquel loco o loca que, encontrando el valor y la llamada de su vida, lo vende todo para comprar esa parcelita de reino, que será, de nuevo, sentido para otros, campos donde sembrar esperanza a base de mirar el cielo y esperar la tan deseada lluvia.
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Estoy convencida de que muchos momentos de los vividos y de los que están por venir han sido lugares teológicos y uno de ellos es la Resurrección de Jesús, de nuestros seres queridos y de tantas personas extrañas y entrañables a la vez. Desde este convencimiento es posible preguntarnos: Señor, ¿qué más quieres de mí, de nosotros? ¡Como si no lo estuviéramos dando todo! Quizás lo que quiere es que nos vivamos en continua salida. Acompañando jóvenes esto lo veo claro, porque te desinstalan constantemente de tus zonas de confort, porque te contrastan con tus incoherencias, porque una y otra vez te evangelizan, sí, ellos, que se declaran creyentes con dudas, te llevan a ese MÁS de Dios, que tanto nos cautiva. ¿Cómo servir mejor a los demás? Reconociéndonos parte de este mundo herido, pegado a un realismo desgastante y, a la vez, esperanzador, pero habitado por el Dios de las promesas de un futuro que ya está en marcha.
¿Cómo servir mejor a los demás?
Vivir la vida, esta vida que nos ha tocado vivir, desde el privilegio de contar con tantos agarraderos, con salud, con proyectos recios y consolidados, desde el agradecimiento, se antoja condición de posibilidad para encontramos, como sociedad, con el tiempo futuro. Solo saldremos salvados del tiempo pasado e incluso del presente si aprobamos en la capacidad de mirar el futuro. Es tiempo de creer en granos de mostaza y perlas escondidas.
Os comparto estas oraciones que, a modo de acciones de gracias, nos dirigen un grupo de jóvenes de segundo de bachillerato a todos nosotros y que, a su vez, compartieron con la comunidad parroquial del Pignatelli de Zaragoza, allá por el mes de diciembre. Para mí, como acompañante de estos chicos y chicas, son fuente de inspiración; por ellos soy capaz de vender y dejar lo que sea por estar los viernes por la tarde a pie de grupo y proyectar acciones solidarias como la que vivimos en Navidad o viviremos el próximo verano o llevar a cabo voluntariados con las peques refugiadas o compartir reuniones llenas de testimonios de jóvenes profesionales o momentos de oración o de celebraciones de la Eucaristía que tanto nos alimentan el espíritu eclesial…
Con ellas os dejo, con ellos paso palabra:
- «Te damos gracias, Dios, porque nos tienes tatuados en las palmas de tus manos, porque nada de lo que nos pasa o deseamos, te es ajeno, porque nos quieres y cuidas con inmensa ternura».
- «Te damos gracias, Señor, por la posibilidad de formar parte de un grupo de buscadores de sentido y esperanza en un mundo que necesita de luz» (Andrea).
- «Te damos gracias, Señor, por el regalo de la familia, el espacio de encuentro contigo desde la donación y entrega absoluta día a día»
- «Te damos gracias, Señor, por vivir con salud para poder seguir construyendo contigo y junto a todos nuestros compañeros en estos momentos de dificultad, debido a la pandemia, un mundo mejor» Lucía.
- «Te damos gracias, Señor, por la posibilidad de encontrar hermanos y amigos en los que podemos apoyarnos en los momentos difíciles y en la celebración de la vida»
- «Te damos gracias, Señor, por todos los valores que hemos ido aprendiendo en estos años con la inspiración y presencia continua de santa Juana de Lestonnac, que se traducen en tender la mano a quien lo necesita»
- «Te damos gracias, Señor ,por la posibilidad de seguir manteniendo la fe compartiendo certezas y experiencias en estos grupos MAG+S»
- «Te damos gracias, Señor, por las personas que trabajan por la justicia y la solidaridad para hacer posible tu reino aquí entre nosotros»
- «Te damos gracias, Señor, por poder celebrar juntos en familia esta Navidad celebrando el encuentro y la oportunidad de que nazca de nuevo el niño Jesús» Fabiola.
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