CÁNTARO AGRIETADO – Josep Perich

CÁNTARO AGRIETADO

Josep Perich

Cada mañana, un vendedor de agua va al río, llena sus dos cántaros y camina hacia la ciudad para distribuir el agua a sus clientes. Uno de los cántaros, está algo agrietado y va perdiendo agua. El otro, que es más nuevo, al no perder agua hace ganar más dinero. El pobre cántaro agrietado se siente inferior. Una mañana decide hablarlo con su patrón.

-Sabes –dijo- soy consciente de mis límites. Pierdes bastante dinero conmigo porque cuando llegamos a la ciudad estoy medio vacío. Perdona mis debilidades.

  Al día siguiente, camino del río, nuestro patrón llama al cántaro agrietado y le dice:

-Mira el borde del camino…

-¡Qué bonito!, está lleno de flores responde el cántaro-

-Pues es gracias a ti – responde el patrón – ¡Tú eres el que cada día riegas el borde del camino! Compré semillas de flores, las sembré y tú, sin saberlo y sin quererlo, las riegas cada día…

 Reflexión:

A la salida de un «supermercado» de Blanes, la cajera adivina que tras el abrigo de una señora se esconden productos no declarados. Suenan las alarmas. Se presenta el supervisor, el guarda de seguridad y otros dependientes. La mujer estalla en llanto pidiendo perdón, ya que tiene hijos y marido en paro, y sin nada en la nevera para poder comer. Afortunadamente desatasca el espectáculo un cliente que se hace cargo de la deuda.

Pero no se trata de un hecho aislado. Situaciones similares, que ubicaríamos en el tercer mundo, se dan en nuestras casas. Se están «agrietando» muchas «jarras» familiares cada vez más cercanas.

A los políticos y los economistas debemos exigir que reconduzcan este descalabro social con medidas que prioricen la dignidad de la persona por encima de especulaciones a favor de los insolidarios «avispados». Pero cada uno de nosotros también juega un papel. Los hombres no somos islas, formamos una red en la que cada nudo está ligado con el de al lado y depende del más lejos. Es una oportunidad para verificar la autenticidad de los lazos familiares y de nuestras amistades. Es una oportunidad, en medio de tantas malas noticias, para recoger, y no pisar las flores que van naciendo a la sombra de situaciones humanas de precariedad, como la del «supermercado». Es una oportunidad para sembrar semillas de esperanza y hacer salir de nuestro corazón, no una flor, sino todo un ramo de flores para las personas «normales», o no, que nos están poniendo la mano.

«Está naciendo una nueva era de la historia en todos los órdenes. Todo nacimiento se espera con alegría sabiendo de antemano que viene acompañado de dudas y sufrimiento. Los cristianos hemos aceptado un mensaje que da en el clavo: Jesús de Nazaret ha venido para todos y ha dado a todos sin discriminación. He aceptado un testamento: ama a los demás como a ti mismo, aceptamos las consecuencias «(Obispo emérito de Girona, Mons. Jaume Camprodon).