Fernando Negro
No te voy a engañar, estoy bastante decepcionado del mundo occidental, especialmente de Europa porque, a pesar de ser un continente construido sobre las bases del cristianismo, le ha dado la espalda a Dios, incluso de forma ´confesional´, cuando no fue admitido el concepto Dios en la Constitución de la Unión Europea de Naciones.
¿Por qué estoy decepcionado? Muy sencillo, porque si del horizonte de la vida desaparece el sol de la fe, entonces solamente nos queda la oscuridad del sinsentido que no lleva a la desesperación. El vacío ocasionado por la ausencia de Dios, el Dios de Cristo Resucitado, lo llenan ahora los amuletos, las creencias esotéricas, el tarot, la astrología, la Nueva Era, y un sinnúmero de aditamentos astrobasculares (la palabra es mía), que nos retrotrae a la era de las cavernas.
Alguien ha dicho que cuando uno deja de creer en Dios, comienza a creer en cualquier cosa. Estoy totalmente de acuerdo.
La infelicidad se ha acomodado como estilo de vida en el ambiente social, y a quien se atreve a proclamarse creyente lo tildan de ´iluminado´, de ´soñador´, de ´infantil´, etc.
Pero Dios ha de volver de nuevo si queremos liberarnos de la infelicidad. Dios no compite con nosotros como si fuera un aguafiestas, sino que es el primer aliado de nuestra felicidad, nos quiere plenamente FELICES.
Un día conectado por medio de mi diario[1] con Cristo Resucitado, pensando en mi historia personal, consciente de que soy más que la decisiones más o menos acertadas, y en los avatares por los que he pasado, le decía en forma de oración:
Yo soy más que mis errores,
Mucho más que mi pecado.
Soy más que mis miserias,
Mucho más que mis complejos.
Para ti, artista de la misericordia,
Anfitrión de la ternura,
Soy mucho más de lo que creo
Acerca de mí mismo.
Para ti soy un tesoro
Escondido dentro de mí
Todavía por descubrir.
Soy un Misterio que me define
Más allá de mis limitaciones.
Soy mucho más que mi pasado.
Para ti soy una fiesta
Celebrada en el corazón.
¡Gracias, Señor!
Dios nos es un spray, una cosa ambiental que me hace sentir bien, sino Alguien con quien estoy llamado a tener una relación profundamente amorosa.[2] Es el Dios Amigo (Jesús), el Dios que es sólo amor (Padre), el Dios hecho regalo de luz (Espíritu Santo).
Cuando me encuentro con Él, o mejor dicho, cuando me dejo encontrar por Él, lo descubro dentro de mí, esperándome en un rincón del corazón, y se desata la alegría profunda de saberme amado, aceptado y abrazado incondicionalmente desde siempre y para siempre. El fruto de este encuentro es la FELICIDAD.
[1] Escribo diario desde que tenía 14 años, al comienzo de mi adolescencia
[2] En estos términos hablaba el Papa Francisco en su homilía del 9 de octubre de 2014