Serie Camino a la Felicidad- Fernando Negro

Fernando Negro

Atreverse a ser feliz es atreverse a vivir en plenitud. Créeme, para ser feliz de acuerdo al deseo profundo de nuestro corazón necesitamos conectarnos con Dios. No con cualquier dios, sino con el Dios que no puede más que amar porque, por definición, Dios es amor.¨

He leído lo que el Papa Francisco ha dicho  a un grupo de jóvenes, hablando de la felicidad.[1] Te brindo algunos extractos de su reflexión.

“Queridos jóvenes, ‘en la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es disfrutar el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas para siempre, porque no se sabe lo que pasará mañana. Yo, en cambio, os pido que seáis revolucionarios, os pido que vayáis contracorriente; sí, en esto os pido que os rebeléis contra esta cultura de lo provisional.¨

¨La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en la primera gran predicación de Jesús (cf. Mt 5,1-12). Es como un estribillo que nos recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad. Todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito?¨

¨En Cristo, encontraréis el pleno cumplimiento de vuestros sueños de bondad y felicidad. Sólo Él puede satisfacer vuestras expectativas, muchas veces frustradas por falsas promesas mundanas. Como dijo san Juan Pablo II: «Es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros quieren sofocar. Jesús suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande.´¨[2]  

¨Jesús dice en el evangelio: ¨Felices los limpios de corazón¨. La palabra limpio, usada por el evangelista Mateo, es katharos, que significa fundamentalmente puro, libre de sustancias contaminantes. Jesús rechaza una concepción de pureza ritual ligada a la exterioridad, que prohíbe el contacto con cosas y personas (entre ellas, los leprosos y los extranjeros) consideradas impuras. A los fariseos que, como otros muchos judíos de entonces, no comían sin haber hecho las abluciones, y observaban muchas tradiciones sobre la limpieza de los objetos, Jesús les dijo categóricamente: ´Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad´.¨[3]

¨Vosotros, jóvenes, sois expertos exploradores. Si descubrís a  la Iglesia, veréis que el cristianismo no consiste en una serie de prohibiciones que apagan sus ansias de felicidad, sino en un proyecto de vida capaz de atraer nuestros corazones.¨

Podemos acabar con unas preguntas: ¿Soy feliz? ¿Vivo desde dentro de mi ser real, o desde mis apariencias? ¿Doy más importancia al maquillaje, o la esencia de lo que soy? ¿Qué decisión debería dar y que todavía no he dado para encaminar mis pasos hacia la felicidad auténtica?

[1] Se trata de lo que el Papa Francisco dijo a un grupo de jóvenes el 17 de febrero de 2015

[2] Vigilia de oración en Tor Vergata, 19 de agosto de 2000

[3] Mc 7,15.21-22