Serie Camino a la Felicidad- Fernando Negro

Fernando Negro

Te invito a que te dispongas a tener un momento de paz y tranquilidad interior. Para ello busca un lugar y un momento del día en el cual te encuentres contigo misma. Desde ahí, sigue las instrucciones de este ejercicio que titulo “diálogo interior”:

“Imagina que es una linda mañana de verano. Te encuentras en el interior de un hermoso valle. Poco a poco vas interiorizando el paisaje que te rodea mientras lo “absorbes” a través de tus sentidos: El aire está limpio y el cielo es de color intensamente azul. Hay muchas flores y vegetación frondosa a tu alrededor. Mientras tanto, la brisa acaricia tus mejillas. Tus pies descalzos te hacen sentir la frescura del suelo tapizado por el verdín… Trata de imaginarte el color que este momento llevan tus vestidos… No corras en este ejercicio… Tómate tiempo suficiente para degustar tu estancia en el valle…

Sientes una sensación de disponibilidad y de expectación a la vez. Mirando cerca de ti, divisas una montaña. No está demasiado lejos de ti. La miras y su pico te da la sensación de una extraordinaria elevación interna. Y decides subir la montaña. Así que, primero te adentras en la espesura del bosque… experimentas una atmósfera oscura debido al sombreado del follaje… Ahora queda atrás el bosque y comienzas a subir por una senda estrecha. Subiendo, te das cuenta que tus músculos se están sometiendo a un esfuerzo considerable… Ahora te ves obligado a usar incluso las manos para ayudarte a subir…

Sientes un sentido de elevación al comprobar que el aire está más fresquito conforme asciendes… Todo está más y más en silencio… Y ahora penetras una nube. Todo parece blanqueado por el algodón de la nube blanca… A pesar de la niebla, sigues adelante, consciente de que a duras penas puedes verte ni siquiera las manos al tratar de agarrar la roca en frente de ti… Pero, ahora la nube empieza a disolverse… Puedes ver otra vez la luz del sol… Te sientes más seguro y contemplando la cumbre cada vez más cerca, te sientes motivado a seguir adelante…

Ya está en la cumbre… Te sientes pletórica por dentro. Te sientas sobre una roca y contemplas el paisaje… Puedes ver desde ahí otras cumbres, ahí abajo el valle de donde vienes y, dentro, el pequeño poblado… Hay un silencio total en la cumbre y observas la inmensidad de un cielo azul sin nubes…

¡A una cierta distancia puedes intuir que hay alguien que se te acerca. Es Jesús, sabio y lleno de amor, dispuesto a escuchar absolutamente todo lo que tú quieras compartirle… Al principio su figura es pequeña, pero se agranda conforme se te va acercando…

También él se ha fijado en ti… vais ahora caminando al encuentro mutuo… Sientes cómo la presencia de Jesús te da consuelo y fortaleza… Puedes apreciar la radiante y sonriente faz del resucitado… Ahora puedes incluso mirra dentro de los mismos ojos de Jesús… Dile todo lo que tengas que contarle sobre tus problemas… quizás quieres comentarle algunas dudas… De cualquier manera, escúchale… Prolonga este diálogo con Él hasta que lo necesites.”