Fernando Negro
Para adentrarnos en el paraíso perdido de la felicidad, hemos de adquirir un cierto grado de ascesis o manejo de nuestro propio ser. Ello requiere adentrarnos en el autoconocimiento para, desde ahí, no permitirnos nada que amenace nuestra integración personal alrededor de lo que da sentido y dirección a nuestra vida.
Hoy día no se estila hablar de ascesis, pero es necesaria. De lo contrario entramos en aquella mentalidad del ¨todo-vale¨, por medio de la cual perdemos de vista que estamos llamados a la excelencia de vida entregada a un ideal, y acabamos en la rutina y la mediocridad gregaria.
Atrévete a ser feliz y dalo todo por conseguirlo. Verás cómo poco a poco amanece una nueva consciencia dentro de ti que te llena de paz interior, de una seguridad que nunca antes habías sentido, una autoestima que te llena de alegría contagiosa, por medio de la cual muchos se sentirán atraídos hacia ti como por instinto. Y tú les harás entender que ellos también tienen el tesoro dentro.
La ascesis para subir la montaña de la felicidad no se trabaja a base de flagelaciones ni sacrificios extravagantes. Es la ascesis de la observación interior y del autodominio por medio del cual quedas plantado en el momento presente. En realidad es ´aprender a vivir el momento presente´, que es el único parámetro temporal que realmente existe.
Ayer ya pasó y está en las manos de un Dios bueno y lleno de ternura que te ama incondicionalmente. Mañana y todo lo que conlleva, todavía no ha llegado; incluso puede que no llegue; así que está en las manos de Dios. ¿Qué te queda? El momento presente, el aquí-y-ahora en el que pienso, siento, vivo y respiro.
El momento presente es el tiempo sostenido y abrazado por el amor de Dios. Por eso no debes temer, sino confiar, dejarte caer en el vacío del Amor de Aquel que es más grande que tus miedos, culpabilidades, vergüenzas y dudas. Por eso, Jesús nos dice en el evangelio: ¨Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.¨[1]
Vivir la ascesis del tiempo presente se basa en la consciencia de saberse amado, aún a pesar de uno mismo. Cuando llegamos a esta evidencia existencial, hemos entrado en el cielo al que llamamos felicidad. En realidad, hemos encontrado el cielo dentro de nosotros, porque felicidad eres tú.
La ascesis requerirá estar atentos para no permitir que el hollín de pensamientos oscuros, agresivos, airados, contaminados por la mentira, etc., ennegrezca las paredes de nuestro cerebro y de nuestro corazón. Teresa de Jesús (1515-1582) concebía el interior de la persona como un jardín que queda embellecido por la presencia de Dios en ella; una presencia que por medio del agua (la gracia) va embelleciéndose y creciendo.
Por eso te invito a que descubras tu jardín, cargado de belleza, de verdad y de bondad. Deja que el agua de Dios en ti te ayude a integrar esos elementos por medio de los cuales se dará la transformación de todo tu ser. Entonces serás luz y alumbrarás los pasos de muchos hacia la Luz que es Dios mismo.
Para este fin, aquí te dejo con este ejercicio:
- ¿He tenido alguna vez la experiencia de sentirme arrastrada hacia el interior de mí misma?
- ¿He tenido experiencia íntima y personal con Dios dentro de mí? La describo lo mejor posible, por escrito.
- Al describir esta experiencia ¿aparece en mí un sentimiento? ¿Cuál?
- ¿He tenido claridades interiores que me han hecho entender ciertas cosas, de manera especial?, ¿Cuáles?
- Hoy me dejo poner en contacto con esta fuente mía, con ese jardín, y me dejo saborear esta «agua».
[1] Mateo 6, 34