CAMINO A LA FELICIDAD
Fernando Negro
Celebrar que estamos vivos, que tenemos una llamada especial, una misión que llevar a cabo a lo largo de nuestra existencia, es motivo de alegría y satisfacción que se identifica con lo que ya somos: proyecto de felicidad. Cada día, especialmente cada cumpleaños, nos recuerda que estamos en el camino, que mirar adelante no es escapar del pasado, sino adentrarse en la esencia de lo que somos: obra acabada de un Dios que nos quiere felices.
Cuando vivimos con esta consciencia de presente abierto a un futuro de esperanza, comprendemos las bellas palabras de San Pablo, cuando dice que ¨sea que comamos o bebamos, sea que hagamos lo que hagamos, lo hagamos siempre para la gloria de Dios.¨[1]
¿Qué es la gloria de Dios? La gloria de Dios es estar conectados con lo que Él es. Dios es libertad, amor, verdad, belleza, felicidad. Cuando nos conectamos con todas esos atributos de Dios, nos hacemos uno con Él y le damos ´gloria´. Un Padre de la Iglesia, San Ireneo de Lyon (130-202) lo decía con estas bellas palabras: ¨La gloria de Dios es que la persona humana tenga vida en plenitud.¨
La felicidad es estar de camino hacia lo que estamos llamados a ser. Para llegar ahí hemos de comenzar por percibirnos de distinta forma, pensar distinto acerca de nosotros mismos, hemos de querernos más, con mirada más compasiva y amorosa, que nos lleve al perdón de nosotros mismos. Entonces la felicidad surgirá como manantial, de dentro afuera.
Cuando vivimos desde esta nueva perspectiva, nuestra vida cambia, nos hacemos mejores personas, y ayudamos a otros a crecer, porque descubrimos que también ellos son felicidad que estaba dormida. Les ayudamos así a auto valorarse y, en definitiva, a descubrir que la felicidad no está tan lejos como a veces hemos pensado o nos han hecho creer.
[1] 1 Co. 10, 31
Para ser felices hemos de vivir desde la confianza de que nuestra vida tiene sentido, de que tu vida y la mía tienen una finalidad concreta, mucho más bella y hermosa de lo que podemos imaginar aquí y ahora. Pero hemos de desatar los nudos de un pasado que nos aprisiona. Es el pasado arisco y oscuro que hemos amasado con nuestras actitudes y acciones de las que nos sentimos avergonzados, heridos, mutilados, esclavizados y anclados en el mar de los miedos, complejos y culpabilidades malsanas.
Es hora de que despiertes y desates los nudos que te tienen amarrado con argollas a la infelicidad. Declara hoy y para siempre que eres la felicidad que buscas, y que la reflejarás en tu ser y hacer.
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