Fernando Negro
Hay momentos en que el dolor es tan gran grande que optamos por cesar en el empeño de nuestra transformación sentimos el vértigo que produce la confrontación con el auténtico film de las experiencias y su efecto en nuestras vidas. No temas cuando esto suceda. Como decía Jesús en el evangelio, esto es señal de que ¨se acerca tu liberación¨.
El dolor es siempre, bien gestionado, la antesala del crecimiento personal y de la alegría profunda. Como una madre que se olvida del dolor una vez que ha dado a luz a una nueva creatura, así tú sentirás la alegría profunda de tu nuevo nacimiento.
Has de aprender a gestionar la ansiedad con mirada anclada en el futuro, un futuro hermoso que te aguarda. Tienes que nacer de nuevo. Se trata de lo que los psicólogos llaman el ´segundo viaje´ existencial donde hacemos recuento de nuestras experiencias, de las cuales vamos sacando la sabiduría nueva y original que nos lanza a la sencillez de una vida sin máscaras ni pretensiones de deslumbrar, sino de alumbrar.
Trata de deslumbrar la persona que, bajo apariencia de seguridad, concibe su vida como la actuación sobre el escenario, buscando el aplauso y, una vez recibido, retorna a la cámara oculta de su ser donde no hay nada más que soledad y aislamiento. Pero quien vive con la luz propia que habita dentro, quien ha roto máscaras y está en proceso de rellenar sus inconsistencias huecas, alumbra como una estrella en la noche. Así lo proclama el salmo 111:
¨En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres:
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.¨
Lee y medita sobre este texto, que es oro puro. Es un Proyecto de vida para ti que quieres pasar por esta vida dejando una huella indeleble y original, por medio de la cual, al final de tus días, tengas la consciencia clara de que efectivamente valió la pena haber vivido. Necesitas salir de tus miedos y comprender que no hay nada ni nadie que pueda paralizarte si, desde lo que eres, confías y crees en el Dios que habita dentro de ti.
Cuando te lleguen las dudas y sientas el cansancio, cuando estés tentada de quedarte rezagada, sal al campo, date un paseo, canta y danza. Conéctate con aquellas personas que son significativas en tu vida y de quienes un día, sin saber cómo ni por qué (o quizás sí), de desgajaste. Conéctate con amistades que te llenan de vida y alimentan tu pasión por la vida en abundancia. No temas, no te tengas miedo. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor».[1]
[1] Salmo 26, 14ñ 41, 6, 12; 42, 5)