CALCETÍN – Joseph Perich

CALCETÍN  

Joseph Perich

Año 1879, nos encontramos en un pueblo de Inglaterra. Después de meses de trabajo se ha  podido acabar la construcción de la gran chimenea de una fábrica. El último obrero acaba de descender de la cima por un andamio de madera. Toda la gente del pueblo se ha hecho presente para  celebrar el acontecimiento. Se inicia el espectáculo con la caída del gran andamio. Sin embargo, cuando acaba de caer entre risas y gritos de pánico, se observa a lo alto de la chimenea  un trabajador que acababa la última faena de paleta en su interior.

Sobresalto en los espectadores… ¡Cuántos días serán necesarios para rehacer un nuevo andamio! Y hasta entonces… el trabajador morirá de frio o de hambre. Su madre se lamenta… sin embargo ella se abre paso entre la multitud y llama a su hijo, gritando:

-¡John! Quítate el calcetín.

Todos entristecen todavía más: ¡esta pobre mujer ha perdido la cabeza! Ella insiste. John, para no contradecirla, lo hace, se quita un calcetín. Su madre le grita de nuevo:

 -¡Tira de un cabo de la lana! Lo hace y pronto obtiene un buen manojo de lana entre sus manos. Y ahora echa abajo un extremo del hilo sin dejar el otro extremo bien cogido entre tus dedos.

A la punta del hilo de lana que ha tocado tierra se ata un cordel y el obrero, desde lo alto, tirando del hilo, consigue el cordel. Después al cordel se le ató una cuerda. John tan solo tuvo que fijarla sólidamente y empezar el descenso en medio de fuertes aplausos.

TEXTO:

A lo largo de los años te das cuenta que tu salud de hierro es de barro; aquella amistad en quien te apoyabas ha desaparecido o te ha defraudado; has quedado en el paro… El montaje social y material que te rodea finalmente te ahoga. Te sientes acorralado. Entonces la tentación puede ser el sentirte derrotado,  el esconder la cabeza bajo el ala, el ver enemigos por todas partes… pero también puede ser un momento privilegiado.

El verdadero pobre es aquel que «escucha». Aquel que en medio de la multitud sabe distinguir la voz de aquel que genera autoestima, que te invita a bajar las escaleras de tu pozo interior (de tu «chimenea») y desplegar desde dentro de ti todas las energías humanas y espirituales que harán posible el milagro.

«El mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños» (Paulo Coelho).

Ahora pienso en el «padre» Manel Pousa, padre entregado al mundo de los marginados en Barcelona y que convive en su rectoría con siete jóvenes ex-presidiarios y drogadictos. «Los cacos me han robado el corazón» nos decía esta semana en Colmena de Tordera. Cuando la vida nos presente mil razones para llorar, le demostraremos que tenemos mil y una razones para sonreír.

Si nos sorprende que el hombre haya podido poner los pies encima de la luna todavía nos debería maravillar más que Dios haya «puesto los pies ensangrentados» sobre la tierra y nos sostenga tiernamente en sus brazos.

Que en esta cuaresma seamos valientes para sacarnos «el calcetín» y, haciendo caso de Aquel que nos ama, bajemos de las nubes para poner felizmente los pies en el suelo.

 

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