¡CAFÉ, POR FAVOR!
Joseph Perich
Una hija se quejaba a su padre de que las cosas no le salían bien. Se iba a dar por vencida. Estaba cansada de luchar sin obtener ningún resultado.
Su padre, chef de cocina, la llevó al lugar de trabajo. Allí tomó tres ollas con agua y las colocó en el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. A los 20 minutos apagó el fuego. Sacó las zanahorias, los huevos y los granos de café y los colocó en un recipiente.
Sorprendida e intrigada, la hija preguntó:
-¿Qué significa todo esto, papá?
Le mandó acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. La zanahoria entró en el agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había hecho blanda y fácil de deshacer.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Los huevos frágiles se habían introducido en el agua, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en el agua hirviendo, se había endurecido.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de una exquisita taza. Los granos de café eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. ¡Cuando el agua llega al punto máximo de ebullición el café alcanza su mejor sabor y aroma!
Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado a la misma adversidad: ¡agua hirviendo! Sólo que habían reaccionado de forma diferente.
Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Cuál de los tres elementos eres tú?
TEXTO:
Casi cada día, antes de comer, tras la reja de la ventana del despacho parroquial aparece el rostro luminoso de Pili, joven discapacitada con dificultades para mantener el equilibrio. Me pregunta por el menú que tengo previsto. Ella me explica el suyo. Me recuerda el día y la hora del próximo encuentro de los «Sonrisas» (grupo de Fe y Luz) y continúa su caminar por la calle. Más de un vecino me ha comentado, un poco celoso: «Ojalá yo pudiera ser feliz como ella». Entonces me pregunto: ¿cómo es que a unos las contrariedades de la vida los dejan «hundidos» y, en cambio, otros lo viven muy diferente: irradian a su entorno una motivación a la confianza e incluso la alegría?
* En un primer momento, desdramatizar los contratiempos debe ser muy positivo para la salud mental. Hace pocos días escuché esto de un jubilado: ¿Por qué llorar mientras voy andando, si otros se ríen y no tienen pies?
Una sonrisa no significa ausencia de problemas, sino la habilidad de ser feliz por encimera de ellos. Un hombre, al que habían robado la cartera, escribe en su diario personal: Estoy muy agradecido porque, primero, nunca me habían robado antes; segundo, porque a pesar de que se llevaron mi cartera, me dejaron con vida; tercero, porque aun cuando se lo llevaron todo no tenía mucho y cuarto, porque me robaron a mí y no fui yo quien robó”.
«La madurez humana es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar».
* Es una gran suerte en la contrariedad tener un entorno favorable, unas personas que te aprecian. Una mano amiga o un colectivo amigo no se improvisa. Se debe haber trabajado mucho tiempo antes del «descalabro». Anthony de Mello nos relata un hecho vivido: “Durante años fui un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Me sentía impotente y como atrapado. Pero un día mi amigo me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte». Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies… Te quiero…». Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡oh maravilla!, cambié”.
* «Si los de abajo se movieran y los de arriba trotaran» leíamos estos días en una pancarta reivindicativa de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca a favor de las familias amenazadas o «tiradas» en la calle por la banca. Este Pasado 7 de febrero conseguía presentar 1.402.854 firmas para la «dación en pago». Su portavoz, Ada Colau, hizo «temblar» el Congreso. ¿Cuántos suicidios más tendremos que esperar para que los políticos «se pongan las pilas»? Hacerse una piña junto a otras personas que pasan por la misma contrariedad siempre abre Nuevos Horizontes.
* El profeta Isaías (49, 14-16) habla a la comunidad judía exiliada en Babilonia (S.VI a C): Sión decía: «El Señor me ha abandonado, mi Dios se ha olvidado de mí». El Señor le responde: « ¿Puede olvidarse una madre de su niño, puede dejar de amar al hijo de sus entrañas? Pero si alguna se olvidase, yo jamás te olvidaría. Te llevo grabada en las palmas de mis manos».
La espiritualidad cristiana consisten en ir dejándonos seducir por la alegre noticia de que hay esperanza.
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